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Juan Carlos Holguín | La minería ilegal: una causa de los apagones

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No podemos preocuparnos de los terroristas, (...), si no nos preocupamos primero de la minería ilegal

Como ecuatoriano me siento agradecido de que haya una ministra del Ambiente, Agua y Transición Ecológica del Ecuador como Inés Manzano. Por su preparación y claridad es correcto su nombramiento.

El hecho de que asuma esta cartera de Estado en medio de una lamentable crisis política y de recursos, genera esperanza de que aún hay ciudadanos con vocación de servicio y dispuestos a asumir la responsabilidad de administrar lo público.

Y el hecho de que ella asuma frontalmente la responsabilidad de los cortes de luz de esta semana, pida disculpas públicas, y lo haga en medio de una entrevista en televisión nacional, demuestra que estamos ante una funcionaria ejerciendo con responsabilidad su cargo, sin ningún cálculo, sino cumpliendo el principio responsable del bien común.

Desde que la ministra asumió su cargo dijo algo que llamó mi atención: “mi prioridad será el cuidado del agua”. Es que el agua es uno de los recursos más limitados e importantes que tenemos en nuestro país. Parecía broma cuando un ministro de Energía mencionaba hace unos meses que los ecuatorianos debían rezar para que llueva y con eso se solucionaban los problemas eléctricos.

El agua ha sido abandonada por los ciudadanos y el Estado en general. Los ríos de nuestras ciudades, en su mayoría, se encuentran absolutamente contaminados. Desde 2009 que Paco Moncayo tuvo la idea de recuperar el Machángara, ninguna administración lo ha podido ejecutar. Y si en la capital la realidad de los ríos es nefasta, sobre todo por el mal manejo de aguas negras, imaginémonos lo que sucede en otras regiones.

Pero hay una actividad que afecta incomparablemente al agua: la minería. Sobre todo cuando ésta es ilegal. Y eso es lo que sucede en nuestro país. No podemos preocuparnos de la droga, de los terroristas, del tráfico de personas, incluso de los apagones, si no nos preocupamos primero de la minería ilegal. Es ahí donde se destruye nuestro país.

Hace poco, en esta columna, yo recordaba que en julio de 2019 se llevó a cabo uno de los operativos más grandes de la historia del país contra de las estructuras criminales. La entonces ministra del Interior, María Paula Romo, lideró personalmente esta acción: un operativo de seis días, antiminería ilegal en la parroquia La Merced de Buenos Aires, en Imbabura.

En esa ocasión la Policía Nacional logró la salida voluntaria de más de ¡5.000 personas! que vivían de la operación ilegal y se detuvo a algunos ciudadanos chinos que lideraban la estructura criminal.

No ha cambiado nada: hace pocos días, el medio digital PlanV constataba la operación de más 20 minas ilegales que extraen sobre todo oro en Camilo Ponce Enríquez. La mayoría de esas operaciones está controlada por los carteles de narcotráfico. ¿Qué pasa con el agua en todas esas comunidades? ¿El daño forestal irreversible ha provocado más sequías? Sí, indudablemente.

La crisis eléctrica no debe ser fuente de canibalismo político. Debe ser el punto de coincidencia para un pacto, al menos con la oposición democrática. Si comprendemos que no podemos tener luz, entre otras cosas por la minería ilegal, asumiríamos otra perspectiva del problema: la necesidad de que el cuidado del agua, sea una prioridad para todos.