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Juan Carlos Holguín: La necesidad de soñar y ganar la Copa América

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La Copa América, así como los próximos juegos olímpicos, son la oportunidad de dar una alegría al país

En muchas naciones el deporte es un elemento vital de la construcción de sus sociedades. También es una herramienta poderosa de implementación de políticas públicas para educar, evitar el consumo de drogas o para fomentar la práctica de una vida sana. Y es que con un balón podemos desarrollar las capacidades de resiliencia en los ciudadanos.

Ganar la Copa Mundial de 1978, en casa, debió haber sido uno de los momentos más felices para el pueblo argentino. Pero la realidad es que mientras millones de argentinos festejaban el título mundial conseguido en el estadio Monumental de River Plate en Buenos Aires, en el país se vivía un momento difícil por la terrible dictadura que los gobernaba, en medio de desapariciones y torturas.

Años más tarde, el ganador del Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, quien estuvo detenido en los cuarteles de la Policía Federal de Argentina desde 1976 hasta dos días antes de la final de 1978, decía sobre ese mundial: “En la cárcel, como los guardias también querían escuchar los partidos, el relato radial nos llegaba por altoparlantes. Era extraño pero en un grito de gol nos uníamos los guardias y los prisioneros. Me da la sensación de que en ese momento, por encima de la situación que vivíamos, estaba el sentimiento por Argentina”.

Y es que el fútbol tiene la capacidad de generar acciones que resultan incomprensibles, pero también ejemplarizadoras.

En el caso de Ecuador, la clasificación a su primer mundial de fútbol, el de Japón y Corea en 2002, se dio tras una de las peores crisis económicas de la historia. Esta crisis tuvo sus picos más altos en enero del 2000, coincidiendo con los inicios de las eliminatorias sudamericanas.

El 9 de enero de ese año, en medio de un caos político, se había decidido dolarizar la economía. El país estaba convulsionado por la depreciación monetaria que rozó la hiperinflación y el cierre de algunas instituciones financieras.

Apareció así el famoso “Sí se puede”, un grito de desfogue de los ecuatorianos que vieron en su selección de fútbol la posibilidad de soñar y tener esperanza en medio de las difíciles circunstancias.

La clasificación a ese mundial coincidió con un repunte de nuestra economía, ya dolarizada, en los años siguientes. También logramos ir a nuestro segundo mundial: el de Alemania en 2006.

En el actual momento que vive Ecuador, la Copa América, así como los próximos juegos olímpicos, son la oportunidad de dar una alegría al país en medio de uno de los contextos sociales más difíciles, debido a la crisis de seguridad.

Desde la década de los 90, el fútbol ha sido en nuestro país una herramienta de unificación nacional. Si aprovechamos a la gran generación de deportistas que tenemos, sumado a un modelo ejemplar de unificación de visión entre la Selección y los clubes, podríamos tener incluso la construcción de una impronta global.

El fútbol tiene un impacto enorme en el orden público y por eso en cada aspecto de su desarrollo se requiere ejemplaridad.

Discutible o no, el deporte es un elemento fundamental en nuestras sociedades. Y ganar una Copa América, siendo junto a Venezuela los únicos países que no la han ganado, generaría un punto de inflexión en nuestro futuro.