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Juan Carlos Holguín | Noboa: un hueso duro de roer para el correísmo

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Por primera vez, hay un candidato que logra aglutinar a todas las fuerzas opositoras al correísmo, en una primera vuelta

Se había construido de manera errada una ilusión de que el presidente y candidato, Daniel Noboa, podía ganar en primera vuelta y por eso hoy veo algunos ánimos bajos.

Pero la realidad es que para él este es un resultado positivo después de un año de gobierno, en medio de un contexto negativo, fruto de la ejecución de lo que fue un experimento: la muerte cruzada.

Los ecuatorianos tenemos el defecto de olvidar rápidamente los hechos pues solemos involucrarnos en las coyunturas.

Lo cierto es que hace apenas siete semanas, en medio de la crisis energética que azotaba el país y el intento de politización del terrible caso de los niños de Taura, el posible triunfo del correísmo en primera vuelta era inminente. El estilo de depredación política que encarna la autodenominada “Revolución Ciudadana” busca precisamente eso: no dar respiro a su rival.

Desde la elección del año 2006, el país no logra salir de la espiral de violencia política. En ese año, la campaña del candidato Rafael Correa utilizó un lenguaje divisionista para alcanzar éxito electoral. La receta regional de lo que en ese entonces se denominaba el “Socialismo del siglo XXI”, fue generar confrontación social para alcanzar la supuesta reivindicación de los menos favorecidos.

Los modelos autocráticos son fanáticos de llamar permanentemente a elecciones. No obstante, se encontraron con un hueso duro de roer.

Por primera vez, desde 2007, hay un candidato que logra aglutinar a todas las fuerzas opositoras al correísmo, en una primera vuelta. En ninguna elección, incluyendo la del triunfo de Noboa en 2023, un candidato de otra fuerza había pasado los 30 puntos.

Y es que después de haber dilapidado la mayor bonanza petrolera en una década, al mismo tiempo de generar con sobreprecio y sobreendeudamiento una positiva transformación de infraestructura, el país aún mantiene intacta una idea positiva de un gobierno de Correa, debido sobre todo a la depredación: todo lo que venga después de mí, no me iguala.

La realidad es que en pocas semanas, el candidato Daniel Noboa remontó más de 20 puntos. Además, por primera vez, un candidato de otra tendencia al correísmo rompe un techo y obtiene más del 40 % de los votos, y, más aún, un triunfo en el número de asambleístas.

En medio de un contexto de crisis de violencia, crisis energética, boicots políticos, este resultado no es poca cosa.

Estamos ante un nuevo momento de la política ecuatoriana: la división del país soñada por Correa en 2006, entre “ellos, los malos, versus yo, el bueno”, se ha convertido en una polarización histórica, donde la primera vuelta fue, de hecho, una segunda vuelta por la fragmentación. Y en ese contexto, quizás la división soñada por ellos haya sido un harakiri.

El presidente Noboa, que hace 22 meses no era un actor político nacional, ha conseguido en este tiempo consolidar un proyecto político que ha dejado al correísmo en segundo lugar. Ahora iniciará una inédita ‘tercera vuelta’ que requerirá consolidar una idea de un modelo más ciudadano, sin el correísmo como tema central.

¿Estamos en un punto de inflexión? El 13 de abril se verá.