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Juan Carlos Holguín | Papá: ¿por qué Correa es malo?

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Cuando la corrupción, la mentira y el autoritarismo sobrepasan una línea, solo queda la búsqueda de la impunidad, con el poder total

Hace pocos días, mientras veíamos un noticiero televisivo que presentaba las agendas de ambos candidatos de la segunda vuelta electoral, uno de mis hijos me preguntó: “papá, ¿por qué Rafael Correa es malo?”.

En pocos segundos tuve que reflexionar internamente el cómo dar una respuesta correcta. Categorizar a los seres humanos en “buenos” o “malos” es generalmente el producto de las construcciones sociales. No quiero que mi hijo tenga ningún prejuicio, especialmente uno armado desde la óptica de sus padres o fruto de las experiencias de su entorno. Tampoco quisiera que mi hijo pueda tener una idea preconcebida que perjudique a su libertad ideológica en el futuro.

La discusión respecto de si los seres humanos son buenos por naturaleza la planteó Jean-Jacques Rousseau en su novela Emilio o de la educación, en 1762. En ella expone una teoría sobre la educación y la pedagogía para explicar que el ser humano está orientado naturalmente para el bien, pues el hombre nace bueno y libre, pero la educación tradicional oprime y destruye esa naturaleza y la sociedad acaba por corromperlo. Esta idea discrepaba con lo que Thomas Hobbes escribió un siglo antes al asegurar que la condición natural del hombre es desagradable, brutal y breve: “el hombre es un lobo para el hombre”.

No iba a entrar en aspectos filosóficos o incluso teológicos para explicarle a mi hijo lo que pensaba. Le contesté automáticamente que todos los seres humanos son buenos. Pero los entornos sociales y el poder corrompen. Y como dijo Lord Acton, “el poder absoluto corrompe absolutamente”. Creo firmemente, sin creer que yo sea una persona “buena”, que Rafael Correa se corrompió y hoy es malo. Es malo para el país, es malo para nuestra sociedad. Y se lo quiero explicar a mi hijo.

Discutimos rápidamente sobre algunos dictadores y líderes autoritarios y los daños sociales que han causado. En 1939, el periodista exiliado Emil Ludwig decidió analizar a los personajes Hitler, Mussolini y Stalin en su icónico libro: Tres dictadores, al que luego añadió su visión sobre Prusia. En esta obra nos muestra a estos tres hombres desde su estado natural.

Los líderes son muchas veces producto de sus traumas. Su niñez, su educación, la sociedad. ¿Quién los corrompe? Le explico a mi hijo que el expresidente Correa mintió en su campaña de 2006. Había ido donde dijo que no había ido. Según un líder de las FARC, recibió fondos para su campaña desde esa estructura narcoterrorista. Ya en el poder, siguió manipulando a la sociedad quizás por influjo de sus asesores propagandísticos, tapando los errores que cometían algunos allegados.

Un símbolo siempre será un lamentable evento que costó las vidas de muchas personas inocentes: la crisis política del 30 de septiembre de 2010. Son este tipo de hechos los que corrompen en el poder. Cuando la corrupción, la mentira y el autoritarismo sobrepasan una línea, solo queda la búsqueda de la impunidad, con el poder total.

¿Es Rafael Correa malo? Persiguió a mucha gente inocente, mintió mucho en el ejercicio del poder, no fue ejemplar. Defiende a personas que robaron. Ojalá el tiempo le ayude a reconocer sus errores y enmendarlos en vida, pero lejos del poder.