Juan Carlos Holguín | El populismo de la ‘revolución’ vs. la dolarización
si Ecuador no cae en las manos del Grupo de Puebla, tendremos una etapa de ventajas geopolíticas para obtener apoyo de EE.UU.
Uno de los grandes temas ausentes del debate presidencial del pasado domingo fue la dolarización. Más aún en el mes en que el Ecuador celebra -porque esa es la palabra exacta- el vigésimo quinto aniversario desde su implementación en nuestro país.
Al buen gobernante se lo reconoce por la trascendencia de sus decisiones. Decisiones que cambian el curso de la historia y que se convierten en puntos de inflexión. Y que cuando son tomadas desde la recta intención, pensando en el bien común y no en su vanidad, se convierten en el acto más digno de la política.
No se trata de obras de infraestructura solamente, sino muchas veces decisiones difíciles, en medio de los contextos más volátiles, que en un inicio podrían parecer negativas, pero que en el paso del tiempo su aplicación reconoce a los gobernantes que las tomaron, pues cambian la historia de sus países.
La dolarización es una de ellas, tomada por el expresidente Jamil Mahuad, a quien la historia lo va reconociendo por algunas de sus medidas. Yo tenía 16 años cuando el Ecuador se dolarizó. Y recuerdo en ese penúltimo año de colegio las discusiones en mi clase de historia sobre los impactos que esta medida tendría, especialmente en nuestra soberanía.
Después de estos 25 años no cabe duda de que una de las medidas más soberanas que hemos tenido es contar con una moneda fuerte, estable, que nos ha permitido blindar a nuestra democracia de la tiranía y los nuevos populismos. Sobre todo, con el apoyo de más de 90 % de la población. No puedo imaginar cómo hubiese quedado el Ecuador después de una década del Socialismo del Siglo XXI, sin dolarización.
Por eso el correísmo ha querido desaparecerla desde su llegada. No solamente criticaban este modelo en espacios académicos antes de llegar al poder en 2007, sino que, en épocas recientes, ha tenido candidatos a las más altas posiciones, como Andrés Arauz o Diego Borja, que han sido críticos permanentes de este sistema y han propuesto medidas para revocar la dolarización.
Por eso, mantenerse con un proyecto democrático y de libertad en el próximo proceso electoral será vital para Ecuador. Es solamente en ese contexto en el que el nuevo gobierno estadounidense, que asumió el poder ayer, podría concretar tangiblemente los tan anhelados acuerdos bilaterales.
Tener a nuestro país como un socio democrático confiable, con valores de Occidente, como aliado en una región tan encrispada, marcará la diferencia. Dependerá de nosotros aprovechar las ventajas comparativas de estar dolarizados y ser la segunda economía más grande del mundo que usa al dólar como moneda.
Por tanto, si el Ecuador no cae en las manos del Grupo de Puebla, tendremos una etapa de amplias ventajas geopolíticas para obtener apoyo de Estados Unidos en beneficio de nuestra economía, nuestra seguridad y nuestro desarrollo en general.
Las herramientas legales para poder ejecutar una eficiente relación bilateral ya las tenemos de vuelta, tras el cambio democrático iniciado por el presidente Moreno. Estamos en un momento donde la situación del mundo beneficia al ‘nearshoring’, la exportación de servicios desde esta región a Estados Unidos, entre otros. Y tener al dólar como moneda es nuestro gran atributo, además de un escudo contra los populismos que se juran revolucionarios.