Juan Carlos Holguín | El problema no es bucal, es vocal

Nuestra justicia está anestesiada también. Y lo han hecho drogándola con las mentiras, actos ilegales y con la corrupción de muchos vocales
Nos acostumbramos a que la clase política nos mienta en la cara. También a que nos quieran ver la cara de tontos. Aparatos dictatoriales tenían grandes estructuras para manipular la verdad. Pero que lo haga un vocal del Consejo de la Judicatura, órgano encargado de evaluar la situación del sistema de justicia del país, nos muestra el grado de putrefacción en el que se encuentra nuestra justicia.
El 25 de agosto el medio digital La Historia publicó una nota que se tituló “Justicia borracha”. En ella se mencionaba que el vocal del Consejo de la Judicatura, Xavier Muñoz, participó en estado de ebriedad en la sesión virtual en la que se destituyó, sin mayoría, al juez de la Corte Nacional, Walter Macías.
“Muñoz se pegó los tragos en Miami, desde donde se conectó a la sesión, lo que también es ilegal”. Así terminaba la nota que incluía un video de la sesión virtual, producido por Ecuavisa, donde era evidente que el vocal Muñoz estaba en estado de ebriedad. “Interrumpía, desvariaba y nunca prendió su cámara”, hacía notar la periodista del medio televisivo.
La semana pasada, con descaro y sin vergüenza, este mismo vocal se presentó ante los medios del país, desde los exteriores de la Fiscalía, asegurando que no estaba ebrio en la sesión del pleno del Consejo de la Judicatura del 19 de agosto, sino que “tenía un tema médico, de mis muelas, la anestesia”.
Los supuestos problemas bucales del vocal causan un daño muy grande a nuestra sociedad. Utilizar un argumento así es demasiado riesgoso, cuando se conoce que estaba en la ciudad de Miami. Para estar anestesiado, y sobre todo tras un problema bucal, deben existir los respaldos de esa intervención en el sistema médico americano. Si el vocal tiene dignidad, debería presentarlos como un mínimo gesto de transparencia.
Son tantas las ilegalidades cometidas por este vocal en este caso de obstrucción de la justicia, que no llama la atención que ahora quiera usar cualquier argumento absurdo para aferrarse al cargo, incluso queriendo verle la cara de tontos a los ciudadanos. Conectarse a una sesión de pleno desde afuera del territorio nacional debería ser motivo suficiente para una amonestación grave. Hacerlo en estado de ebriedad, o como él dice, bajo los efectos de cualquier droga, debería costarle el puesto.
Nuestra justicia está anestesiada también. Y lo han hecho drogándola con las mentiras, actos ilegales y con la corrupción de muchos vocales que llegaron allá fruto de oscuras negociaciones políticas. Si no hay justicia, no hay democracia. Por ello, la virtud más propia de la vida pública es la justicia.
Se ha generalizado el concepto de que la justicia es un valor que inclina a obrar y juzgar, teniendo por guía la verdad. ¿Cómo podemos los ecuatorianos creer en una justicia, cuando un vocal del Consejo de la Judicatura aduce problemas bucales para justificar una intervención en estado de embriaguez? Parecería una broma, pero no lo es.
El daño que causa esto a nuestra sociedad, es irreversible.
Por el bien del futuro de nuestro país, ojalá sean cesados quienes mienten permanentemente y tengamos funcionarios ejemplares en todos los organismos de poder. La ejemplaridad tiene a la verdad como su única base.