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Juan Carlos Holguín | Tuviste razón, estimado Martin

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No hay duda que la corrupción es un cáncer que ha afectado a nuestro país a lo largo de la historia

La recuperación quizás sea un poco larga, por tanto, tendrás tiempo de leer algunos de los mensajes que mucha gente escribió. Como en las grandes plazas que te apasionan, el cariño de tus lectores se lo gana a punto de valentía y dedicación, y esa puede ser la mejor metáfora que calce con las muestras de solidaridad que tú y tu familia han recibido.

Pocas personas pueden jactarse de tener la mejor de las descripciones que puede tener alguien: ser una buena persona. Y eso es lo que se dice sobre ti, Martín. Podemos no estar de acuerdo en posiciones, pero más allá de ser un buen periodista, el ser un buen tipo, honesto, sencillo, es un gran atributo.

Hace pocas semanas se cumplieron siete años desde que le ganaste el juicio a Correa. Un día histórico, donde el periodismo decente le ganó a la tiranía: “Rafael Correa no sufrió descrédito ni su honra fue lesionada por el periodista Martín Pallares”, rezaba la resolución del juez.

Todo esto, después de un artículo de opinión en 4Pelagatos titulado “Si a Correa le sorprenden robando, podría decir que estaba cuidando”, en el que se te acusaba de supuestamente desacreditar al expresidente, al criticar la absurda e inmoral aseveración del hoy prófugo de la justicia, quien dijo que el pago de un millón de dólares de Odebrecht a su exministro de Electricidad, Alecksey Mosquera, fue un “acuerdo entre privados”.

No solamente la justicia, sino también el tiempo, te dieron la razón en lo de fondo. Para ese entonces, muchos de los casos de corrupción de esa década no se habían ventilado y pocos imaginarían que, al poco tiempo, hasta el mismo vicepresidente de Correa, Jorge Glas, sería sentenciado por corrupción y posteriormente detenido. Se cumplió tu titular: cuando los sorprendieron robando, lo llamaron cínicamente “persecución”.

El artículo que te llevó a ese injusto proceso, en el que se trató de manipular la justicia empleando toda la fuerza del Estado, con un abogado de la contraparte que solo había recibido sentencias favorables aprovechando la metida de manos de cliente en la justicia, fue como “crónica de una muerte anunciada”.

Hoy sabemos, que quien te demandó, fue un líder que, por cómplice o ingenuo, permitió que casi todo su círculo de poder, se corrompa. No en vano, muchos de sus funcionarios están sentenciados, fugados, o han cumplido una pena.

No hay duda que la corrupción es un cáncer que ha afectado a nuestro país a lo largo de la historia. Pero el daño que se produjo en la década pasada ha generado una metástasis. Bajo el hashtag de “los corruptos siempre fueron ellos”, tratan de poner en un saco a todos, creando un sistema donde la escala de valores y principios sean cada vez más bajos.

Y es que no les importa la gente o sus problemas de fondo. Lo que alguna vez soñaron, esa supuesta reinvidicación social, una posible “revolución”, o un gobierno para los más necesitados, se ha convertido actualmente en un afán por volver al poder a cualquier costo.

Ahora que tendrás tiempo en tu recuperación, Martin, quizás pienses que es mejor no involucrarte tanto en este tipo de asuntos. Muchos te pedimos, no dejes de seguir escribiendo, de seguir cuestionando, pues el oficio y el país así lo requieren.