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Juan Carlos Holguín | Validar a Putin será un error mundial

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En pocos días, asistiremos a una elección europea que podría significar el punto de inflexión para la historia

Nos acercamos al tercer aniversario del trágico día en que el presidente ruso Vladimir Putin comunicó el inicio de una operación militar especial en contra de Ucrania, con el objetivo de “desmilitarizar y desnazificar” ese país.

En aquel momento algunos analistas aseguraron que el conflicto duraría poco, pues Europa, con el apoyo de Occidente, lograría detener a Rusia. Pero la semana anterior un movimiento inusual del presidente estadounidense, Donald Trump, quien decidió hablar con Putin sin tomar en cuenta la posición de los países europeos, ha generado reacciones negativas no solamente en los territorios en conflicto, sino a nivel mundial.

Las pocas cifras reales de la guerra son cada vez más espeluznantes. Hace poco, el diario El País publicó una nota en la que hacía referencia a que la invasión a gran escala del Kremlin empujó a cerca de diez millones de ucranianos a huir de su país, generando además un empeoramiento del profundo agujero demográfico que ya tenía ese país.

Y aunque tanto Rusia como Ucrania se han negado a publicar datos oficiales sobre las pérdidas de la guerra, se estima que más de un millón de personas han muerto o han sido heridas de gravedad desde el inicio del conflicto. Es evidente, con estos datos, que la guerra debe parar.

¿Pero pararla sin tomar en cuenta una posible solución de los países de la Unión Europea? Sería un grave error. Los últimos años han sido difíciles para Europa. La provocación constante de Putin sobre el territorio europeo, a través del injustificado ataque a Ucrania, sigue encendiendo las alarmas de guerra.

Vivimos una época de polarización política. Dado que hoy el péndulo no es ideológico sino que el péndulo es entre oficialismo y oposición, se han generado corrientes opositoras a nivel global con discursos radicales frente a quienes gobiernan.

Esa polarización ha traído una nueva forma de oposición, que utiliza la depredación política como un arma eficaz y hace más fácil la captación del poder. Así emerge la radicalidad entre lo que muchos analistas llaman “ultraizquierda” versus “ultraderecha”.

En pocos días asistiremos a una elección europea que podría significar el punto de inflexión para la historia: Alemania se juega su presente en medio de una disputa entre la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y la Alternativa para Alemania (AfD), partido que fue apoyado públicamente por parte del vicepresidente de Estados Unidos, durante la Conferencia de Seguridad en Múnich la semana anterior.

Si la CDU alemana vence y logra formar gobierno, ratificando el ‘cordón’ contra los autoritarismos, habrá un nuevo momento para Europa, lejos de la polarización y protegiendo los intereses de Occidente. En cambio, si el autoritarismo sale favorecido, tendremos una paz transitoria y quizás la historia reedite un nuevo ‘encuentro de Chamberlain’, que de manera ingenua apacigüe ánimos actuales.

A un año de la confusa muerte del activista y opositor Alexei Navalny, el Kremlin sigue apostando por profundizar un conflicto que tiene costos invaluables para el mundo. Como se viene diciendo, solo un sistema autoritario puede insistir en una acción que no tuvo éxito.