Juan Carlos Holguín: Venezuela y la salida del narcodictador
ante una potencial derrota, sus asesores, muchos de ellos exministros del correísmo y el mismo expresidente, están nerviosos
El próximo domingo se realizarán las elecciones presidenciales de Venezuela, que fueron incentivadas y, de cierto modo forzadas, por la comunidad internacional con la idea de que en ese país exista una transición democrática para dar una solución a la grave crisis que ha causado la dictadura chavista en los últimos años.
Si algunos coidearios de izquierda de Maduro soñaron -de forma muy optimista- que Venezuela tendría una jornada democrática transparente, hoy ven la pesadilla. Incluso Lula después de las declaraciones del dictador venezolano en las que dijo que si perdía “habría un derramamiento de sangre”, reaccionó ayer asegurando que “Maduro necesita aprender a perder unas elecciones”.
Y es que todos los miembros del Grupo de Puebla lo saben: las encuestas serias dan entre 25 y 35 puntos de diferencia a favor del candidato de la oposición, Edmundo González, que debió participar como candidato de cohesión, después de que el régimen totalitario de Maduro descalificara a todos sus contendores.
No ha sido un proceso electoral libre ni justo. Se descalificó a la candidata ganadora de las primarias de oposición y quien se ha consolidado como la líder del proceso de transición, María Corina Machado. Gracias a la altura y madurez con que ha llevado la oposición el proceso, el chavismo madurista está más débil que nunca, lo cual contrasta con las grandes manifestaciones a favor de un cambio, que se pueden constatar en todo el territorio venezolano.
Y es precisamente este fenómeno el que genera dudas de lo que suceda el domingo. Es que Maduro no se irá fácilmente: sus nexos con el narcotráfico, el lavado de activos y las economías ilegales han hecho de Venezuela un narcoestado, por lo que le será difícil a la estructura madurista dejar el poder.
La comunidad internacional debe estar atenta, entonces, a manifestarse radicalmente a favor del cambio. Mientras Maduro ha negado la participación de una observación electoral de la Unión Europea, del Senado español o ha negado visas a miembros de la sociedad civil latinoamericana que querían participar del proceso electoral como observadores, los miembros del Grupo de Puebla han sido invitados. Son ellos los únicos que podrían legitimar un fraude.
El académico argentino Héctor Schamis ha venido analizando a la dictadura venezolana y ha descrito cómo el chavismo siempre se apoyó en organizaciones paralelas no-estatales, colectivos motorizados, paramilitares, bandas delictivas en las prisiones o el crimen organizado. Funciona en colusión con ellos y sus vínculos son orgánicos.
Es evidente que lo único que sostiene a la dictadura de Maduro es la operación de estructuras criminales. Y por eso, ante una potencial derrota, sus asesores, muchos de ellos exministros del correísmo y el mismo expresidente, deben estar nerviosos.
Lo que suceda el domingo será un punto de inflexión en una región que ha sido afectada por esta narcodictadura. Como dice Schamis, han sido 25 años en el poder por parte de la dictadura chavista, ocho millones de exiliados, miles de asesinados, torturados y encarcelados, familias enteras partidas.
Ya basta: es momento que desde Venezuela inicie la reunificación de nuestra gente y nuestra región.