La búsqueda de la verdad

La capacidad que tiene la inteligencia artificial para crear imágenes y textos falsos, crean un mundo en el que “ya no podrá saber qué es verdad”
A lo largo de la historia, la búsqueda de la verdad, en su concepto más profundo, ha sido uno de los más importantes motivos de reflexión humana. Hace pocos días los diarios de todo el mundo publicaron la noticia de que Geoffrey Hinton, uno de los pioneros de la inteligencia artificial, renunció a Google para hablar libremente sobre los peligros de esta tecnología.
Sus reflexiones de la coyuntura con la construcción del sistema de procesamiento de lenguaje natural, basado en una herramienta de conversación, denominado ChatGPT, proyectan su preocupación sobre el futuro de la humanidad. Según él, la capacidad que tiene la inteligencia artificial para crear imágenes y textos falsos convincentes, crea un mundo en el que la gente “ya no podrá saber qué es verdad”.
Este nuevo escenario de la verdad había sido explorado años antes por el sociólogo Ralph Keyes, quien analizó fenómenos sociales y políticos, comprobando la existencia de una especie de ‘verdad’ que carece de un sustento real. También el diccionario Oxford, en 2016, eligió a la “posverdad” como la palabra del año, debido a la frecuencia de su uso. Un concepto que se puso de moda a raíz de un editorial de la revista The Economist, que explicó el fenómeno Trump a partir del efecto de la emoción en la racionalidad de los electores estadounidenses en aquella elección presidencial que lo llevó al triunfo.
Las informaciones falsas durante esa campaña tuvieron más repercusión en las redes sociales que las noticias verdaderas. Aquella elección y su posterior debate respecto a la posible influencia de otras potencias extranjeras en la maquinaria digital de campañas nos obligan a pensar en que hay que tomar en serio lo que dice Hinton.
Según expertos, más del 70 % de los ciudadanos menores de 35 años usa como fuente de información a las redes sociales. Por ello, en la pasada Asamblea General de Naciones Unidas, a la que pude asistir, el secretario general António Guterres alertó al mundo sobre algo que pasó desapercibido: hay ciertas crisis que amenazan el futuro mismo de la humanidad, entre ellas un sinfín de nuevas tecnologías, con multitud de señales de alarma.
Guterres dijo que la inteligencia artificial puede amenazar la integridad de los sistemas de información, los medios de comunicación y, de hecho, la propia democracia, y emplazó a pensar en la necesidad de construir una arquitectura global para hacer frente a estos retos.
Siendo la verdad, como dice Ortega y Gasset, una necesidad constitutiva del hombre, quien puede definirse como el ser que necesita absolutamente la verdad, estamos ante una potencial crisis de la humanidad.
Es el momento de que valores del ser humano como la bondad y la belleza sean potenciados en nuestros sistemas sociales. El lenguaje, bien entendido, podría ser una salvaguardia contra la posverdad.
El sistema educativo, las relaciones sociales, las políticas públicas, deben incluir bases antropológicas que nos permitan usar las herramientas de la tecnología para construir el bien común. No vaya a ser que el autoritarismo o el populismo, a través de grandes aparatajes propagandísticos y tecnológicos, quieran volver a hacernos creer, que la ‘Patria ya es de ellos’.