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Detrás de una placa de auto, la corrupción renace

Avatar del Juan Carlos Holguín

Cambiar el nombre a un partido, o sus colores y emblemas, es igual que cambiar la placa de un auto o el color del mismo, buscando engañar a todos.

A través de reportajes muy completos y rigurosos, Diario EXPRESO ha hecho notar a la opinión pública, que el candidato a la vicepresidencia de la República, Andrés Arauz, se movilizó en los últimos días en un auto con una historia, por decirlo menos, turbia.

La investigación titulada “Andrés Arauz, subido en el auto de una empresa ligada a coimas”, describe que el dueño del vehículo hasta ese día, la empresa MMR Group, fue sentenciado por pagar sobornos en Petroecuador. Sorprendentemente, el día de la publicación, luego de que la periodista del Diario había hecho un requerimiento de información, el auto tuvo un nuevo cambio de dueño.

Según la ANT, este vehículo ha tenido 6 propietarios desde el año 2017. Pero según el Consejo de la Judicatura, se ha vendido al menos 12 veces. Además, el auto ha sido matriculado por primera vez en dos ocasiones. Todo es oscuro alrededor de este vehículo de donde se desprenden algunos delitos como alteración de base de datos, defraudación tributaria o posible delito de lavado de activos.

¿Qué hace subido un excandidato presidencial y ahora a la vicepresidencia, en un auto símbolo de la trampa? No es la primera vez. En 2020, la ministra de Gobierno denunció que el entonces candidato presidencial Arauz se estaba movilizando en el auto del socio de un implicado en la estafa del Isspol. Aquel vehículo era propiedad del socio de Jorge Chérrez, Luis Alberto González, presidente de Orión Casa de Valores, antes denominada Ibcorp.

La corrupción a gran escala, como la que se ha vivido en el país en torno al caso Odebrecht, al Isspol o a los contratos petroleros, solo puede ser comprendida desde la dinámica de la pequeña corrupción. Alguna vez, el expresidente Correa quiso relativizar la corrupción de su gobierno mencionando que las coimas eran acuerdos entre privados. Ausentó de su análisis la implicancia de la ética.

La corrupción es un fenómeno global que causa pobreza, obstaculiza el desarrollo, pero sobre todo, debilita los sistemas democráticos y políticos que deberían estar al servicio del bien común. No es corrupto solamente quien cobra un soborno de millones. Lo es quien quita una placa para esconder un acto tramposo.

Nuestro país ha olvidado la importancia de la discusión pública sobre la ética. Nos olvidamos de analizar, por ejemplo, el origen de los partidos o movimientos a los que representan los candidatos. Desde su origen, varios de estos han surgido de la trampa. Entre ellos, el movimiento Fuerza Compromiso Social, lista 5, convertido en vehículo nacional gracias a la corrupción de su fundador, Iván Espinel.

Cambiar el nombre a un partido, o sus colores y emblemas, es igual que cambiar la placa de un auto o el color del mismo, buscando engañar a todos. Estos son tan solo símbolos de cómo nuestra sociedad es manipulada por actores que se codean a diario, con o sin conciencia, con la corrupción.

Nuestro país cambiará cuando tenga líderes intachables, que hagan de la ejemplaridad en sus comportamientos públicos su lucha. No saber de quién es el auto en que te subes, o quién financia tu campaña, como sucede ahora en Colombia, te coloca en el plano de los cómplices o de quienes no están aptos para gobernar.