Ante las operaciones psicológicas

La manipulación de la realidad, por parte de los grupos que quieren captar el poder, busca que la ciudadanía se sienta derrotada
Hace poco, en el contexto de una reunión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, analizamos cuánto estaban afectando las operaciones sicológicas en el marco de la guerra iniciada por Rusia contra Ucrania. Y es que la posverdad no es ajena a las provocaciones bélicas.
A lo largo de la historia, varios dictadores han sido expertos en manipular a sus sociedades con la ayuda de sus maquinarias de propaganda.
El uso de la información y la desinformación como instrumentos de conflicto, es inherente a la guerra. Es así que las operaciones sicológicas se consolidan como instrumento de influencia. Cuando queremos influir en la conducta de otros, se puede recurrir a la manipulación (y en algunos casos a la violencia) para lograr que estos cambien sus comportamientos.
En la actualidad esos procesos de manipulación son virtuales y son una de las herramientas principales de las estrategias de conflicto. Actualmente, el manejo de la desinformación es muy fácil gracias al uso de los datos y la tecnología, en especial con el aparecimiento de las redes sociales.
En El Príncipe, Maquiavelo hace notar que los hombres son tan simples y se sujetan en tanto grado a la necesidad, que el que engaña con arte encuentra siempre gente que se deja engañar. Esto toma un alto sentido en este escenario de la posverdad.
El filósofo Byung Chul-Han habla de “enjambres digitales” en las redes que, manipulados por una supuesta verdad, vuelan sin rumbo, como abejas, tras una supuesta realidad.
Describe Orwell en su obra 1984, que en el costado del edificio del “Ministerio de la Verdad”, estaban grabadas las frases: “La guerra es la paz. La libertad es la esclavitud. La ignorancia es la fuerza”. Así es como los líderes totalitarios manipulan perversamente el lenguaje para capitalizar su poder político.
Fuera de toda ficción, hace poco más de un año, Putin inició sus actos de guerra catalogándolos como “tareas de mantenimiento de paz”.
Nuestra región y nuestro país no son ajenos a este fenómeno. Las operaciones sicológicas bajo el concepto de “recuperar las distintas patrias” fueron la base del exitoso sistema de comunicación liderado por Hugo Chávez en la región. Pero cuando las realidades superaron a la publicidad, empezaron a existir dudas. En algunos países estos proyectos perdieron el poder. Ahora, algunos de sus miembros expertos en estos recursos los utilizan para desestabilizar la democracia.
Por eso no podemos perder la guerra moral. La manipulación de la realidad por parte de los grupos que quieren captar el poder, busca que la ciudadanía se sienta derrotada. Usan la guerra sicológica para mostrarnos permanentemente un país en llamas y sumido en negatividad. Cuando los corruptos siempre fueron ellos, usan esa frase para posicionar la “corrupción” como una práctica natural de todos. Con esto buscan decir, “robar es normal”, en vez de reconocer sus casos.
El Ecuador merece que haya democracia y paz. La guerra contra los problemas que aquejan a nuestra sociedad, como la seguridad, el empleo, entre otros, requieren que exista unidad para ganarla.
La guerra sicológica debe ser contrarrestada con firmeza, para defendernos de los totalitarios que no estudiaron para tontos.