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El triunfo de una nueva generación

Avatar del Juan Carlos Holguín

Que el vacío que han dejado personajes como Villavicencio o Gangotena simbolicen la consecución de un gran reto como sociedad

Pocas veces hemos tenido candidatos presidenciales con un promedio de edad tan bajo, como los que corrieron en las elecciones adelantadas de este año 2023, marcadas por el asesinato de Fernando Villavicencio, cuyo legado será trascendental para el futuro.

Tres de esos candidatos impactaron al público por su imagen positiva, preparación y seguridad en sus temas. Me refiero, más allá de sus orígenes políticos, su pasado, o su ideología, a Otto Sonnenholzner, Jan Topic y Daniel Noboa.

Y es que en el debate fue notoria su diferenciación del resto. En el caso de Sonnenholzner, días atrás, algunos académicos definieron a su plan de trabajo como el más completo y serio. Sobre Topic, más allá de su vasto conocimiento en temas de seguridad, dejó claro en esta campaña que tenía un pensamiento más profundo y una buena preparación. Y aunque para muchos sea sorpresivo, quienes lo conocíamos, habíamos constatado la preparación de Daniel Noboa, más allá de su edad.

No voy a analizar los resultados electorales. Solamente quiero expresar mi optimismo, pues esta elección ha enterrado a una generación de políticos. Ecuador cuenta con un actor de 35 años en la segunda vuelta electoral, que tendrá en sus manos la posibilidad de consolidar un nuevo proyecto de paz para el país. Y hay que resaltar el gran bloque de asambleístas de Construye, en su mayoría ciudadanos decentes, honestos y preparados.

La forma en que Sonnenholzner y Topic reconocieron los resultados electorales fue ejemplar. En esos elementos debemos destacar un cambio de estilo en la política. El agradecimiento, el aprendizaje de los errores, y además la altura de sus declaraciones, generaron paz y estabilidad al país, que es lo que precisamente se requiere. Nos da esperanza también la campaña de principios que hizo Zurita, pero sobre todo la profundidad y elocuencia de su vicepresidenta, quien es de los mejores legados que deja Villavicencio al país.

Hace algunas semanas, ante el fallecimiento de Santiago Gangotena, anoté que los seres humanos tienen una tendencia natural de hacer el bien y cuando se es bondadoso, se construye el bien común. Ante su fallecimiento constatamos que la maldad afloraba en una sociedad donde especialmente personas vinculadas al correísmo, se mofaban de la partida de un ser humano. Lo mismo sucedió con el fallecimiento de Villavicencio. Alegrarse del fallecimiento de otro no es delito, pero muestra más la mezquindad y la bajeza moral de quienes se mofan, que su supuesta ideología.

Que el vacío que han dejado personajes como Villavicencio o Gangotena simbolicen la consecución de un gran reto como sociedad: enterrar a los políticos del odio y enarbolar la política de la paz. Por el momento, hay que felicitar a Otto, a Jan, a Daniel, y a Andrea, quienes lograron hacer una campaña de altura, incluso cuando todos ellos recibieron ataques despiadados de un sector.

Pasar de la política del odio a la de la paz no será una transición fácil. Pero aquí está el legado de esta campaña: el triunfo de una nueva generación. Daniel Noboa tiene el desafío de cristalizar una política para la paz. Estoy seguro de que lo ejecutará con la responsabilidad que la historia requiere.