¿Podrá EE. UU. mantenerse con Biden como la primera potencia mundial?
Biden tendrá que lidiar con problemas internos e internacionales.
Las grandes potencias mundiales que han tratado de competir con los Estados Unidos habrán recibido con agrado la elección de Joe Biden como presidente.
Aunque tiene la experiencia de haberse desempeñado en el Congreso norteamericano como legislador y luego como vicepresidente con Barack Obama, aparenta tener un carácter más comprensivo y menos agresivo que Donald Trump.
Biden tendrá que lidiar con problemas internos e internacionales. Trump ascendió al poder rompiendo los esquemas de los políticos tradicionales. Su campaña electoral se caracterizó por sus ataques y su virulento vocabulario. Se ganó la enemistad de los medios de comunicación y del ‘establishment’ acostumbrado a estar cerca de los mandatarios.
En política interna quiso frenar la inmigración ilegal, acabar con el sistema de seguridad social Obamacare e imponer un sistema nacionalista para impedir la competencia de ciertos países asiáticos y europeos.
Es imposible negar que se convirtió en el mandatario más poderoso del mundo. En sus intervenciones en el grupo de los 20 y de los seis siempre fue la primera figura y sus colegas estaban pendientes de la posición que adoptara. No firmó el convenio de París para controlar el cambio climático que perjudicaba a las grandes empresas de su país y de otros industrializados, y se retiró del acuerdo sobre el enriquecimiento de Uranio que favorecía a Irán.
Los choques con China fueron permanentes y aunque no entabló relaciones con Taiwán, mantuvo la oferta de defender la independencia de la isla. Logró con visitas frenar los enfrentamientos de las dos Coreas y calmó los ánimos guerreros del líder norcoreano Kim Jong-un.
Los países de la Unión Europea, a los que, pese a ser leales amigos, Trump les empezó a introducir aranceles a los productos industriales que exportaban, piensan que serán favorecidos con Biden.
Todos estos problemas, a los que se suman los efectos de la pandemia del coronavirus y el posible resultado de la vacuna que ya empezó a aplicarse en Estados Unidos, agregándose a estos el tema de la crisis de Venezuela, pues Nicolás Maduro pretende tener un diálogo con Biden, determinan que el mundo estará pendiente de la posición que tome la potencia con la asunción al poder del Partido Demócrata.
Con los incidentes suscitados hace una semana en el Capitolio, la gente de Trump acabó de quemarle su último cartucho: insistía en que las elecciones fueron fraudulentas.
Trump va a tener que esperar cuatro años para buscar otra vez la presidencia, eso si es que la presidenta del Parlamento, Nancy Pelosi, no logra su destitución. A nuestro criterio, su hija, que ha estado muy cerca de él en su acción política, podría ser la candidata del Partido Republicano.