Los países del Medio Oriente quieren entenderse
"Una de las principales razones para el giro de la política saudita hacia Irán es el deseo del gobierno de Biden de reducir su implicación, sobre todo militar, en la región"
Preocupados por el enfrentamiento entre Israel y el grupo terrorista Hamas, casi adueñado de la franja de Gaza, otra historia de gran importancia se estaba produciendo en Medio Oriente. El 10 de mayo, el gobierno de Irán confirmó por primera vez que está dialogando con su hasta ahora enemigo Arabia Saudita. Durante 40 años los dos países han competido por imponer en el mundo musulmán la supremacía de su propia rama del Islam (sunita vs. chiita). Ahora, ambos sorprenden al mundo sentándose a conversar, un buen ejemplo de que por grande que sea la rivalidad, es posible llegar a acuerdos. Como algo sin precedentes se considera a estas conversaciones, que se están realizando al menos desde enero, pero que se habían mantenido en secreto.
El príncipe heredero Mohamed bin Salmán, considerado gobernante de facto del reino saudita, dijo en una entrevista en televisión que buscaba “una relación buena y especial con Irán”. Una de las principales razones para el giro de la política saudita hacia Irán es el deseo del gobierno de Biden de reducir su implicación, sobre todo militar, en la región. Recordemos que Arabia Saudita tenía todo el apoyo de Estados Unidos.
Durante la campaña presidencial de 2020, el actual mandatario estadounidense se comprometió a retirar las tropas de Afganistán, a quitar el apoyo a Arabia Saudita en la guerra de Yemen y a buscar reincorporarse al acuerdo nuclear con Irán. Desde su llegada a la Casa Blanca, Biden está cumpliendo su promesa. EE. UU. se está retirando de Medio Oriente y está considerando con seriedad volver al acuerdo nuclear con Irán.
Unas mejores relaciones con Arabia Saudita pueden favorecer el objetivo de Irán de lograr un acuerdo nuclear que derive en el retiro de las sanciones económicas y petroleras en su contra.
Se calcula que Irán gasta en apoyar a sus aliados en Yemen, Irak, Líbano y Siria entre 15.000 millones y 20.000 millones de dólares al año, una cantidad apreciable, y mucho más para un país que está sometido a fuertes sanciones que afectan su economía.
El problema con Irán también es uno de los factores del enorme gasto militar de Arabia Saudita, que superó los $ 57.000 millones en 2020, enorme inversión que consume valiosos recursos que podrían ser invertidos en el plan de modernización de la economía saudita, con miras a reducir su dependencia de la riqueza petrolera.
Arabia Saudita e Irán coinciden en que ambos dependen de la exportación de hidrocarburos, y en el mundo, debido a la lucha contra el cambio climático, se avanza hacia la reducción del consumo de combustibles fósiles. Así, a los dos países les resultaría beneficioso recortar sus gastos militares y reconducir esos fondos.