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Los problemas de Boric en Chile

Avatar del Juan Faidutti

Da la impresión que por su juventud y falta de experiencia le está quedando demasiado grande el poder. 

Con dos meses en el poder, el presidente de Chile, Gabriel Boric, le dio un giro a su estrategia para abordar un problema histórico que hasta ahora ningún gobierno ha logrado resolver.

Férreo detractor del despliegue de militares en las zonas de conflicto en el sur de Chile, donde las comunidades mapuches reclaman tierras como parte de una reivindicación ancestral, Boric decidió esta semana su militarización. Lo hizo decretando estado de excepción, que implica la autorización para que militares custodien rutas y carreteras en la región de La Araucanía y en las vecinas provincias de Arauco y Biobío, una crisis de seguridad que se ha agravado en las últimas semanas.

“Es evidente que en el último tiempo hemos tenido un aumento de los actos de violencia en las rutas, hemos sido testigos de cobardes ataques”, dijo la ministra del Interior.

El pueblo mapuche es uno de los pueblos originarios más notorios del país, tanto por su peso social y demográfico como por su fuerte sentido de identidad cultural. Pinochet traspasó en su gobierno tierras a miles de familias indígenas, entregando casi 70.000 títulos de propiedad individual. La solución que hasta ahora se ha propuesto es dividir en 16 las naciones indígenas. Esto ha ocasionado grave preocupación, pues se cree que el próximo paso de los mapuches sería hacer un país gobernado por ellos.

Por otra parte, hay protestas porque el Gobierno no ha logrado controlar la violencia y los saqueos en el país. También hay cortes extendidos de carreteras, que ponen en riesgo el libre tránsito e interrumpen las cadenas de suministro, aumentando el costo de vida. La ciudadanía pide mayores medidas para evitar movilizaciones de transportistas. A esto auméntese las protestas estudiantiles con violencia y disturbios en liceos de Santiago y Providencia. Estos problemas internos y la presencia de migrantes de Haití y Venezuela han permitido que el narcotráfico y el terrorismo se extiendan en un Estado que antes se había distinguido por ser uno de los más progresistas de Latinoamérica, con una madurez política envidiable. Después de Pinochet gobernaron cinco presidentes de diversas posiciones ideológicas y no tuvieron los problemas que ahora, en muy corto tiempo, han aparecido con el actual mandatario.

En lo político, siguen los legisladores preparando la nueva Constitución, lo que preocupa al presidente Boric, que ha tratado de intervenir varias veces con el fin de que incluya artículos que prometió en su campaña para ganar el poder. Da la impresión que por su juventud y falta de experiencia le está quedando demasiado grande el poder. En las últimas encuestas de opinión el apoyo ha bajado a un 35 %.