¿Qué sucede en Sudamérica?
"Alguna forma se encontrará para que puedan nuestras naciones vivir en paz, acabar con la corrupción, la extrema pobreza, el narcotráfico..."
Lo que vive el subcontinente sudamericano ya no es un enfrentamiento de izquierda y derecha; ahora el problema es mayor. Todos los países, excepto Uruguay, pasan por conflictos y no existen gobiernos que puedan poner orden.
En Perú funciona un sistema en que el Congreso puede destituir a un presidente si es que no tiene mayoría. Van por el tercero en un año.
En Venezuela, un narcopresidente, con un Estado fallido, quebrado, quiere convocar a elecciones para eternizarse en el poder. No le importa haber hecho desaparecer al país más rico de Sudamérica, el mayor productor de petróleo del mundo, que ahora debe contratar gasolina en Irán, porque ni las ambulancias pueden rodar para atender a los miles de ciudadanos golpeados por la pandemia.
En Colombia, la universidad del continente no puede entenderse con una de las guerrillas y jueces por rivalidades políticas. Disponen la prisión domiciliaria del expresidente Álvaro Uribe, el mayor líder de su país.
De Ecuador no hablemos. El Gobierno solo está preocupado de combatir la COVID y hacer préstamos al FMI y a los chinos. Los ministros manejan el país según su parecer. Cada día nos endeudamos más para pagar deudas internas.
Bolivia acaba de hacer elecciones libres y ganó el candidato de Evo Morales, que, como buen economista pudo sacar a flote el país. Aunque advirtió que Morales, que ha vuelto a su tierra, no tendrá influencia en su régimen, lo dudamos, ya que es el jefe del partido que llevó al poder a Mesa.
Chile, que era una democracia admirable, acaba de explotar. Tras destruir bienes públicos y privados, los resentidos, como se llamaron, manejados por los comunistas, acaban de conseguir que se convoque para redactar una nueva constitución en forma paritaria y con un cupo para los indígenas. Veremos qué sale de allí.
Argentina se encuentra en un desfase que lo obliga a recurrir al FMI y a los chinos para evitar ser otra Venezuela. Su presidente trata de gobernar y Cristina se preocupa de renovar a todo el Poder Judicial que se atrevió a enjuiciarla por corrupción y otros delitos cometidos en su presidencia, mientras el déficit fiscal y la inflación los devora.
Brasil lucha para mantener su hegemonía con el expresidente Lula encarcelado por corrupción; mientras Bolsonaro trata de mantener la popularidad que lo llevó a la presidencia y apagar los incendios provocados por las multitudes.
Es hora de buscar soluciones, que no las tienen ni la derecha, ni la izquierda. Alguna forma se encontrará para que puedan nuestras naciones vivir en paz, acabar con la corrupción, la extrema pobreza, el narcotráfico, el analfabetismo, aunque ninguno de los gobiernos los quiere enfrentar. Solo buscan cómo afianzarse en el poder.