Las islas desencantadas

Es cómico y a la vez irreal que piensen que los animales marinos van a cruzar, sin desviarse de su curso
Vine por unos días a las islas Galápagos con unas amigas, dos de ellas de EE. UU. Su sueño era visitar el Ecuador, especialmente sus islas y llevarse con ellas una experiencia de por vida. Conversando con los guías y con algunos lugareños sobre la ampliación de la reserva marina que hace pocas semanas el presidente anuncio al país, ellos argumentaron que esta no va a cambiar la situación de la pesca masiva por parte de los asiáticos y de todos los barcos de arrastre de los países que están en la costa del Pacífico. Son 200 millas y lo que hicieron es crear una franja rectangular de 118 millas que colinda con Costa Rica, como un puente. Es cómico y a la vez irreal que piensen que los animales marinos van a cruzar, sin desviarse de su curso. Más abajo se vuelven nuevamente aguas internacionales, confundiéndonos de que realmente ha sido su logro. El verdadero logro sería si declararan las 200 millas alrededor de las Galápagos como reserva marina. Lo que me aseguraron las personas que entrevisté es que jamás la Convemar aceptaría esa decisión. Hay muchos intereses de por medio, políticos, económicos y medioambientalistas, estos últimos interesados en mercantilizar nuestras islas para sus propios intereses. Canje de deuda, acuerdos políticos, tráfico de especies y narcotráfico, son algunos de los intereses de un manojo de personas que usufructúan de nuestra biodiversidad y de un lugar único en nuestro planeta. Caminando por Santa Cruz vemos botellas vacías de licor, excesiva luminosidad de los numerosos restaurantes, bares y locales, música en alto volumen. No existe una educación de respeto al que visita nuestras islas, pero sí existen miles de pagos para entrar. Hay nuevas construcciones al pie del mar, mal manejo de las aguas servidas y no existe un programa de control de la natalidad, dejando que la población crezca sin un orden e incrementando el impacto de la huella de carbono. El turismo es importantísimo para la economía local, pero debe de ser regulado, educar al turista, a los pobladores, para que esta actividad sea responsable con un hábitat extremadamente frágil. Que seamos coherentes con lo que ofrecemos al mundo y no solo estemos vendiendo una experiencia que en el futuro puede que sea una historia