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Leo Stagg | El correato odia al dólar

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Ecuador ya vivió la pesadilla de la devaluación. Sabemos lo que es trabajar sin saber si el sueldo servirá para comer mañana

La candidata de Rafael Correa, Luisa González, en esta campaña, pretende engañar a los ecuatorianos jurando que respetará la dolarización. Pero el domingo 16 de marzo la vocera correísta Paola Cabezas dijo la verdad y los desmintió sin querer. En el programa Políticamente Correcto, habló de una “dolarización a la ecuatoriana”, dejando claro que si el correato vuelve, el dólar desaparece de Ecuador.

No fue un desliz. Rafael Correa lo ha dicho sin rodeos: “La dolarización fue un inmenso error”. Su compinche y excandidato, Andrés Arauz, ha escrito sobre “por qué Ecuador debe salir de la dolarización”; e intentó imponernos la “ecuadolarización”, un disfraz para meternos una moneda digital bajo control del Estado. ¿El objetivo? Sacarnos el dólar del bolsillo y ponernos en la misma ruina de Venezuela.

El dólar es la única barrera que impide que los gobernantes deshonestos e irresponsables manipulen la economía a su antojo. No pueden imprimir billetes para tapar su corrupción, no pueden devaluarlo para robarnos el dinero, no pueden hacer lo que Chávez y Maduro hicieron con el bolívar venezolano. Por eso lo odian tanto.

Cada vez que el correato se acerca al poder, ataca la dolarización. Correa intentó meter el dinero electrónico para eliminarnos el efectivo. Ahora, con Luisa González, quieren hacer lo mismo con otro nombre. Nos dirán que es por ‘modernización’, pero sabemos bien que es el primer paso para sacarnos el dólar y enterrarnos en la miseria. No hay dudas ni especulaciones. Si el correato gana, la dolarización muere. Primero vendrán impuestos a las transacciones en efectivo, luego una moneda digital y cuando menos lo esperemos, nos habrán quitado el dólar. Los sueldos caerán, los ahorros se esfumarán y la inflación se disparará. ¿Exageración? Pregúntenle a los venezolanos cuánto vale su dinero.

Muchos jóvenes no lo saben o no se acuerdan, pero Ecuador ya vivió la pesadilla de la devaluación. Sabemos lo que es trabajar sin saber si el sueldo servirá para comer mañana. El correato quiere llevarnos de vuelta a ese infierno.

Los ecuatorianos estamos advertidos. Si el correato vuelve, el dólar desaparece, y con él nuestra estabilidad, nuestros ahorros y el sustento de nuestras familias. Y cuando el dinero ya no valga nada, será tarde para arrepentirse.