Leo Stagg: Dignidad para nuestros héroes del Cenepa
El MIES verifica cada tres años su estado de vulnerabilidad, castigando cualquier intento de mejorar sus condiciones de vida
El conflicto del Cenepa de 1995 marcó un hito en la historia de Ecuador, no solo por la valentía de quienes defendieron la soberanía nacional, sino también por la deuda moral que el Estado mantiene con muchos de esos compatriotas. Los combatientes, entre ellos exconscriptos y reservistas, han sido relegados a un olvido injusto y discriminatorio, a pesar de leyes que, en teoría, buscan reconocer sus esfuerzos y sacrificios.
En 1995 se promulgó una ley que solo reconocía a quienes perdieron la vida en combate, dejando de lado a los sobrevivientes. En 2011, la Ley de Reconocimiento de Héroes y Heroínas Nacionales y su reforma en 2012 intentaron subsanar esta omisión. Sin embargo, las condiciones impuestas para acceder a los beneficios son discriminatorias.
Esta ley exige que los beneficiarios no tengan ninguna remuneración, no estén afiliados al IESS y se encuentren en situación de extrema vulnerabilidad para acceder a una remuneración básica unificada mensual, lo cual es una afrenta a sus derechos. Estas condiciones les prohíben trabajar formalmente y restringen su acceso a la seguridad social, derecho fundamental para cualquier ciudadano. Por estos requerimientos, de 1.868 combatientes del Cenepa solo 500 estarían recibiendo este beneficio.
El MIES verifica cada tres años su estado de vulnerabilidad, castigando cualquier intento de mejorar sus condiciones de vida. Mejorar su situación económica significa perder los beneficios que, por derecho, les corresponden. Es inaceptable que se les niegue la posibilidad de acceder a un trabajo digno, jubilarse, emprender un negocio, solicitar un crédito, o mejorar su educación.
En la Asamblea Nacional existe un proyecto para reformar esta ley, eliminando todas las condiciones discriminatorias. Lamentablemente, no está siendo atendido.
Nuestros combatientes merecen un reconocimiento que no esté condicionado a su extrema pobreza, sino basado en el mérito y sacrificio demostrados durante la guerra. La gratitud nacional no puede ser un mero enunciado legal, sino una realidad palpable que les permita vivir con dignidad. Es momento de saldar esta deuda moral y brindarles el respeto y las oportunidades que por justicia les corresponden.