Premium

Leo Stagg | Ecuador se juega el descenso

Avatar del Leo Stagg Stagg

Estas elecciones definirán si seguimos en la categoría de los países con futuro o nos condenamos a la desaparición

En el fútbol, el descenso no es solo perder una categoría, es una catástrofe deportiva y financiera. Equipos históricos han caído y, en muchos casos, nunca han podido regresar. En el 2000, Barcelona Sporting Club estuvo al borde del descenso y se salvó con un triunfo agónico. En 2009, lo logró en el último minuto. No todos han tenido la misma suerte; Deportivo Quito, cinco veces campeón nacional, descendió y aún no ha vuelto a la élite. A veces, si no se toman decisiones correctas a tiempo, no hay retorno.

Ecuador se juega su propio descenso. Estas elecciones definirán si seguimos en la categoría de los países con futuro o condenamos a nuestra nación a la desaparición. La analogía con el fútbol es clara: podemos seguir peleando por un país que, aunque en dificultades, aún tiene margen de recuperación, o podemos tomar el camino de aquellos que nunca pudieron volver.

El gobierno de Daniel Noboa no ha sido perfecto, pero en un año es imposible revertir décadas de corrupción y descomposición institucional. Aun así, ha enfrentado con firmeza a las mafias y grupos de delincuencia organizada, mostrando determinación en la lucha contra el crimen. Ha intentado mantener a Ecuador a flote en medio de una tormenta ajena y, aunque el camino es difícil, aún hay margen para la reconstrucción si se fortalecen las instituciones y se toman decisiones correctas. Por su parte, Luisa González es Rafael Correa, sentenciado por corrupción y con un movimiento que se presume brazo político del narcotráfico. No es un proyecto nuevo ni un liderazgo independiente, sino la continuidad de un modelo que ha llevado países al colapso. Venezuela es el mejor ejemplo de lo que ocurre cuando un modelo destruye instituciones, ahoga la economía, restringe libertades y entrega el país a la delincuencia organizada. En el fútbol, esto sería el equivalente a no solo descender de categoría, sino desaparecer.

Votar en estas elecciones no es un tema de simpatías personales, es una decisión existencial para el país. Ecuador está en la cuerda floja y, como Barcelona en 2000 y 2009, se juega su permanencia. Aquí no hay tiempo extra ni repechaje; o peleamos por seguir en la Serie A de los países con futuro, o nos resignamos a un descenso del que difícilmente volveremos.

Salvarse en el último minuto es posible, pero hay que decidir bien. Está en nuestras manos seguir en la primera división o descender a un abismo del que no volveremos.