Leo Stagg: La marioneta de la corrupción

Si llega al poder... gobernará Correa. Hará lo que le ordene: garantizar impunidad, alinearse con Maduro, acabar con el dólar
Si queremos al Ecuador no podemos votar por Luisa González. No solo porque carece de propuestas, liderazgo y carácter, sino porque representa lo peor de nuestra política: la obediencia ciega a una estructura mafiosa que busca tomarse el Estado para delinquir, garantizar impunidad y perseguir a todo aquel que se le oponga.
El caso de la Liga Azul ratificó lo que muchos ya sabíamos: desde el Consejo de Participación Ciudadana operaba una red criminal encargada de designar a dedo autoridades claves, blindar a sus aliados y capturar el poder desde dentro. Una estructura jerárquica y organizada, con seudónimos, claves y objetivos ilícitos. En los chats extraídos del celular del exconsejero Augusto Verduga aparecen figuras como Rafael Correa, alias ‘Ají con mote’, y Luisa González, apodada ‘Rana René’.
Pero lo más revelador no es solo su mención en una trama que intenta tomarse el país como botín. Lo verdaderamente alarmante fue su reacción en el debate presidencial. No se indignó por estar relacionada con una organización política criminal, sino porque la llamaron como la conocen en su propio movimiento: “Rana René”. Su prioridad no fue desmentir su cercanía con una red de delincuencia organizada, sino defender su ego. Esa reacción desnuda su verdadero problema: no le incomoda la corrupción que la rodea, sino que la llamen por lo que realmente es dentro de su partido. Una marioneta.
Porque eso es. Luisa González no tiene poder propio, ni pensamiento independiente. Es la marioneta de Rafael Correa. Y por tanto, la marioneta de la corrupción.
Si llega al poder, no gobernará ella, gobernará Correa. Hará exactamente lo que se le ordene: garantizar impunidad para los suyos, alinearse con Nicolás Maduro, acabar con el dólar, restringir libertades, secuestrar las instituciones y arrastrarnos hacia un régimen totalitario. Un sistema donde el poder se impone sobre la ley, donde no hay espacio para disentir, y donde la corrupción se institucionaliza. Si permitimos que eso ocurra, perderemos el Ecuador para siempre.
Ecuador necesita líderes con carácter, ideas y valores. No títeres del crimen organizado. El futuro del país está en nuestras manos. No podemos fallar.