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Leo Stagg | La puerta del narcotráfico

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El legado del correato ha dejado a Ecuador sumido en una crisis de seguridad sin precedentes

El auge del narcotráfico en Ecuador se originó durante el gobierno de Rafael Correa, a través de decisiones que facilitaron su expansión y consolidación. Todo comenzó con la financiación de las FARC a la campaña que llevó a Correa al poder, reconocida por los propios líderes de esa organización narcodelictiva.

Una vez en el poder, Correa cerró la base militar de Manta en 2009, operada por Estados Unidos, privando a Ecuador de una herramienta clave para controlar las rutas del narcotráfico y permitiendo a cárteles mexicanos establecerse en el país. Posteriormente, la disolución de la Unidad de Investigaciones Especiales (UIES), encargada de combatir el crimen organizado, debilitó aún más la capacidad del Estado para enfrentar estas amenazas.

La legalización de pandillas bajo el pretexto de integrarlas a la sociedad fortaleció a estas organizaciones, que se involucraron más profundamente en el narcotráfico. Además, la eliminación del requisito de pasado judicial para extranjeros facilitó la entrada de criminales transnacionales.

El escándalo de la valija diplomática en 2012, un caso único en el mundo que involucró cocaína líquida en un envío oficial, reveló la permisividad del gobierno de Correa hacia el narcotráfico dentro de las instituciones estatales. Este incidente demostró cómo el aparato gubernamental facilitó operaciones criminales.

El legado del correato ha dejado a Ecuador sumido en una crisis de seguridad sin precedentes. Las decisiones de este período permitieron la entrada de cárteles internacionales y debilitaron las instituciones encargadas de combatir estos flagelos. Ecuador enfrenta ahora las graves consecuencias de un gobierno que permitió que el país se convirtiera en un punto clave para el narcotráfico en la región.

Es crucial reflexionar sobre estas decisiones y tomar medidas firmes para evitar que quienes colaboraron con estas redes criminales vuelvan a influir en el futuro del país. Solo así podremos aspirar a un Ecuador donde prevalezcan la justicia y la paz. Lo demás es historia.