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Leo Stagg: El terror de las ratas

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Salazar ha mantenido su firmeza, enfrentándose tanto a estructuras delictivas como a sus defensores políticos

El 10 de septiembre de 2024, los asambleístas del correísmo ofrecieron un bochornoso espectáculo en la Comisión de Fiscalización de la Asamblea Nacional. Gritos e insultos fueron su respuesta al archivo del juicio político contra Diana Salazar. Incapaces de sostener sus acusaciones, recurrieron al caos, demostrando que su verdadera intención no es buscar justicia, sino evitarla.

Este episodio no es un hecho aislado. Desde 2019 el correísmo ha intentado repetidamente deslegitimar a Salazar, utilizando instituciones como la Asamblea Nacional, el Consejo de Participación Ciudadana y el Consejo de la Judicatura. El objetivo siempre ha sido el mismo: remover a quien ha sido un obstáculo para los intereses de su movimiento y el crimen organizado.

Un primer intento fue la acusación de plagio en su tesis, rápidamente desmentida por la Universidad Central. Posteriormente, en el Consejo de la Judicatura, bajo Wilman Terán, se buscó suspenderla por supuestas irregularidades en su nombramiento.

Más allá de los ataques institucionales, Salazar ha enfrentado serias amenazas de muerte, incluyendo mensajes en los que se le advertía que se le haría sufrir, comenzando con su hija, si no abandonaba su cargo. En junio de 2023, un grupo armado le envió un video asegurando que esta vez no se salvaría, reflejando el terror que las mafias sienten ante una fiscal incorruptible.

Rafael Correa ha sido uno de los principales artífices de esta campaña de desprestigio. En redes sociales llegó incluso a cuestionar el embarazo de Salazar, mientras que en casos como Sobornos, intentó descalificar las pruebas y atacar su integridad. Sin embargo, Salazar ha mantenido su firmeza, enfrentándose tanto a estructuras delictivas como a sus defensores políticos.

Lo que realmente teme el correísmo es la tenacidad de Salazar en la lucha contra la corrupción. A pesar de los múltiples intentos por silenciarla, cuenta con el respaldo de los ciudadanos, que reconocen en ella una líder valiente que no se deja intimidar por las mafias que intentan controlar al país. Diana Salazar no solo representa la justicia, sino también la esperanza de un Ecuador libre de la corrupción que tanto lo ha lastimado.