Lourdes Luque | Dijiste sí
No caigamos en la trampa de creer que las novenas, la corona de Adviento, la Nochebuena, el almuerzo de Navidad son el espíritu de la Navidad
Y la tierra estalló de alegría. Así canta un maravilloso villancico de Luispo, joven sacerdote español que mis compañeras de La Asunción tuvieron el acierto de mostrarme.
Luego de escucharlo nació esta columna, a pocos días de la Navidad, que quiere conectar varias virtudes de la madre de Jesús que la historia, la razón y la fe nos dicen que tuvo esta joven, hace ya 2023 años.
Su inclaudicable fe en Dios: no importaba lo difícil que parecía ese nacimiento, para ella era mandatorio que se cumpliera cada día el plan divino.
La sencillez: la maternidad de María y el nacimiento de Jesús, quien no llegó a la élite de Tierra Santa. No, llegó a los más humildes de los ciudadanos, los más pobres, los más desvalidos, y en esa sencillez florecieron todas las características que Jesús pudo incubar para formar nuestra religión.
La resiliencia: sus angustias fueron muchas, desde ser casi repudiada, tener a su criatura en un portal, escapar a Egipto, entender la misión de su hijo y respetarla, hasta sufrir lo indecible a los pies en la cruz. Y no solo lo aceptó, sino que se adaptaba a cada prueba, adversidad, o amenaza y aprendía a ser un pilar en el desarrollo de bases del catolicismo que hoy tenemos.
Su inmenso amor: con su “hágase en mi según tu voluntad” abrió la puerta para que ese Dios que amó, ama y amará al hombre, tenga la oportunidad de enviar a su propio hijo para que nos enseñe cómo se debe amar y que, siguiendo sus enseñanzas, también cada uno de nosotros podamos también abrir nuestros corazones y actuar con ese mismo infinito amor, en cada uno de nuestros actos.
No caigamos en la trampa de creer que las novenas, la corona de Adviento, la Nochebuena, el almuerzo de Navidad son el espíritu de la Navidad. Sí, claro que pueden crear el ambiente, pero el reconocimiento de lo que es Jesús en nuestras vidas debería ser íntimo, profundo, individual y retador.
Que esta Navidad sea una real transformación de nuestras vidas. Así dice Jesús: “En el mundo tendrán aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo”, Juan 16:33 … y nosotros también lo haremos.