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Lourdes Luque | Sin escrúpulos

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Más y más personas parecen programadas para no sentir ningún remordimiento por su comportamiento

¿Será que ya llegamos a la cima de una cultura nacional sin escrúpulos? Vemos que no se muestra ninguna clase de reparo a la hora de utilizar a los demás para el beneficio personal. Día a día más personas son capaces de pisotear las buenas intenciones, los derechos y la dignidad de conocidos, de amigos, de compañeros de trabajo para conseguir cualquier prebenda, o un like.

Lo malo es que más y más personas parecen programadas para no sentir ningún remordimiento por su comportamiento, mientras que nosotros no somos capaces ni de contar una mentira piadosa sin temor a ir al infierno.

La historia y la psicología los rotula como maquiavélicos. Los describe como egocéntricos, orgullosos, falta de empatía y de remordimientos. Obsesionados con la manipulación de los demás. Con una absoluta despreocupación por la moralidad y la persecución imparable de su propio interés.

Basados en Maquiavelo, los psicólogos desarrollaron la prueba, Mach IV, que pregunta su acuerdo o desacuerdo con varias citas del autor de El príncipe, veamos algunas:

Nunca le digas a nadie la razón verdadera por la que has hecho algo a no ser que sea útil.

La mejor manera de tratar a la gente es decirle lo que quiere oír.

Se puede dar por seguro que todas las personas tienen un lado oscuro que saldrá a la luz en cuanto tengan la oportunidad.

En general, la gente no trabaja duro a no ser que la obliguen a ello.

Cualquiera que confíe por completo en otra persona está buscándose problemas.

Es sabio halagar a la gente importante.

Es difícil salir adelante sin tomar el camino más corto alguna que otra vez.

El florentino Maquiavelo murió en 1527, pero su legado no. Las pistas que nos indican que estamos en una sociedad sin escrúpulos son varias. La justicia ya es de todos y toda sentencia tiene una tarifa. El dinero es bienvenido, no importa de donde provenga. Eliminar a la vicepresidenta es el fin, no importan los medios. La política y sus partidos, un clan más. Zonas de nuestro Ecuador como santuarios del crimen. Y la medida más clara es el silencio cómplice de la sociedad civil, la academia y los empresarios. Paren el mundo, que me quiero bajar.