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Lourdes Luque: Jenny y Joyce

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Son dos faros hechos de la madera guerrera que nos debería impulsar hoy que se necesita garra para salir del bache

Dos mujeres extraordinarias nos han dejado este 2024. Jenny Estrada y Joyce de Ginatta, ambas ínclitas guayaquileñas a quienes les debemos mucho. Son dos faros hechos de la madera guerrera que nos debería impulsar hoy que se necesita garra para salir del bache en que estamos.

Era el año 2000 y llegó una comunicación a la empresa familiar con una nota de Joyce de Ginatta que me invitaba a la celebración de la Cámara de la Pequeña Industria que ella presidía, en la cual me entregarían una condecoración al mérito comunitario. Para esas fechas aún estaba en la Fundación Huancavilca haciendo trabajos de desarrollo integral en el Guasmo de Guayaquil. Realizaba esta labor por encargo de los señores Laniado, los transformadores de la banca de Ecuador.

Justamente el señor Laniado me decía: “Nada de pequeño tiene Joyce, es una mujer asombrosa. Recibió una empresa casi quebrada cuando su esposo enfermó, y la convirtió en el Ferrisariato, que supo vender a don Johnny Czarninski”. Y así era de exitosa su vida, llena de emociones y de logros.

Decía: “Uno se puede caer y tiene que levantarse, solucionar y someterse al cambio. El cambio es emocionante cuando juegas limpio; comenzando por jugarle limpio a los empleados”.

Se ha reconocido su trabajo a favor de la dolarización, pero no sobre su otra gran pasión: la competitividad. Sabía que luego de la dolarización esta no se podría sostener si no transitábamos el camino hacia políticas públicas que favorezcan la inversión, la innovación y la apertura comercial. Por eso presidió el Consejo Nacional de Competitividad, tema aún pendiente.

Por el lado de las letras y de la literatura, Jenny Estrada supo rescatar lo mejor de la cultura costeña, entre la historia marítima, las guayaquileñas en la historia, escribió cientos de obras que nos dejan su legado. Cuando llamé a Jenny a agradecerle por haber incluido a mi mamá en esa lista, me respondió: “Qué bueno que demuestres que las mujeres sí apoyamos a otras luchadoras”.

Mi sentido abrazo, en especial a sus hijos, Giovanni y Xavier. Sea esta columna un reconocimiento a ambas mujeres ejemplo con las que nos identificamos todas las ecuatorianas.