Lourdes Luque | País sin institucionalidad
No alcanza esta columna para enumerar nuestros males, pero sí para volver a invitar a construir juntos
El índice de democracia es un reporte anual que publica la unidad de Inteligencia de The Economist. En él se clasifican los países en función de la calidad de su democracia.
En el último reporte, los cinco países mejor calificados fueron, Noruega, Islandia, Suecia, Nueva Zelandia y Finlandia. Los peores, Afganistán, Birmania, Corea del Norte, República Centroafricana y Siria. En esa lista de 167 países, Ecuador está en un mediocre puesto 81.
¿Qué mide ese índice? Mide el funcionamiento del gobierno, la participación política, la cultura política, el pluralismo en el proceso electoral y las libertades civiles.
Veamos lo primero. ¿Quién puede asegurar que en el Ecuador las funciones Ejecutiva, Legislativa, Judicial, Electoral y de Transparencia y Control Social, que en su conjunto son el gobierno, funcionan bien?
¿Es buen funcionamiento que los criminales sepan que la justicia tiene precio y que no importan sus delitos, pues serán negociables? ¿Es un funcionamiento correcto que la agenda del Ejecutivo no priorice las alertas nacionales, sino los acuerdos políticos? ¿Es acertado que las comisiones de la Asamblea resuelvan a delincuentes y acuerden anular juicios por lograr la impunidad de otros? ¿Es correcto que las cárceles sean las academias del delito? ¿Tenemos confianza los ecuatorianos en nuestras autoridades electorales? ¿Alguno de mis lectores se siente representado por el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social?
Cincuenta años de petróleo en nuestra Amazonía y la Amazonía es la concentración más grande de pobreza, ¿es justo?
Lamentablemente coincidirán conmigo en que las respuestas son un rotundo NO. Entonces, asumamos la responsabilidad de reconocer que no estamos haciendo lo necesario para salvar la institucionalidad en nuestro territorio.
No alcanza esta columna para enumerar nuestros males, pero sí para volver a invitar a construir juntos el Ecuador que podemos ser. Necesitamos de esta iniciativa que impulse la calidad de nuestra democracia, ¡claro que juntos podemos! Nadie sensato se debe quedar afuera de la propuesta.