Premium

Lourdes Luque: Reinventarnos juntos

Avatar del Lourdes Luque

Ya estamos en ese escenario de inhumanidad de que si la crisis no me toca a mí, no haré nada para superarla

Lo bueno de los que te quieren bien es que te conocen tanto, que de repente te dan de regalo libros de temáticas que te enganchan y te quedas con esas teorías, reinventándote para ser mejor ser humano.

Ese es el caso del libro Deja de ser tú, de Joe Dispenza, que me puso a revisar toda la teoría de la neuroplasticidad, que no es más que la capacidad del cerebro de modificarse para formar nuevas y más sanas conexiones de sus neuronas en respuesta a una decisión propia de ser mejor persona.

La teoría se basa en que, desde niños, nuestro cerebro aprende a reaccionar ante cada información, evento, o sensación que recibe y crea un patrón, lo archiva, y de allí en adelante solo lo repite, creando muchas veces conductas inadecuadas que no necesariamente son oportunas.

Cambiar la propia realidad no es difícil, pero si es metódico. La herramienta es la meditación, que permite lograr modificar la personalidad. Reinventarse. Ir cambiando aprendizajes equivocados y construir nuevos. Así logrará mejoras notorias en su capacidad de atención, reducir los síntomas de ansiedad y estrés, fortalecer el sistema inmunológico, reducir el dolor y hasta demorar el envejecimiento cerebral. Pero lo más importante es que reaccionará mejor ante cualquier eventualidad de la vida.

Queriendo hacer un paralelo con nuestra ciudad, que hoy cumple su mejor aniversario, el de su libertad; o con nuestro país, que atraviesa la peor crisis energética, económica, delincuencial, me pregunto: ¿si patrones cerebrales de conductas inadecuadas se pueden cambiar con decisión, no será que podemos reinventar conductas comunes que nos siguen arrastrando hacia el caos?

La filósofa alemana Hannah Arendt describía cómo un sistema político puede trivializar el mal hasta que nos parezca lo más corriente y actuemos como si el crimen y la delincuencia que nos azotan -mientras no sea con los nuestros- no tienen consecuencias éticas ni morales. Pues ya estamos en ese escenario de inhumanidad de que si la crisis no me toca a mí, no haré nada para superarla. Lamentablemente debemos reconocer que llegó la hora de reinventarnos como comunidad. Juntos sí salimos, separados no podremos dar un paso más.