Lourdes Luque: La sonrisa de don Julio

Estoy segura de que lo que a él le quita el sueño es, a más de la salud de los suyos y de que la violencia amaine, que a nosotros, sus “caseritos”
Son las cinco de la mañana, a diario llega con su camioneta azul (compañera de muchos años), cargada de legumbres, frutas y otras mercaderías, que ordena con meticulosa limpieza en su puesto de la esquina. Su trabajo final es una obra de arte de mezclas de texturas, de colores y de sabores. Sabe su oficio. Compra en las plazas mayoristas lo que las Lomas de Urdesa necesitan para que las familias tengamos abasto para nuestras cocinas. Vende a lo que la pequeña utilidad le permite mantener a su familia. Es honesto, trabajador y profesional; conoce a su cliente, suele sorprenderte con un “este aguacate no lleve mi niña, porque no es de los que a usted le gustan”.
A don Julio no le interesa quién gobierna el país, ni si hubo muerte cruzada, ni quién ganó las elecciones, o quiénes son los asambleístas, o qué acuerdos están tramando, ni si los juicios políticos prosperan o no. De seguro, no sigue con el interés que lo hago yo quiénes serán los nuevos ministros de Estado, ni quiénes asesorarán al joven presidente Noboa. De hecho, no sabe cuándo asumirá el presidente Daniel Noboa.
Estoy segura de que lo que a él le quita el sueño es, a más de la salud de los suyos y de que la violencia amaine, que a nosotros, sus “caseritos”, nos vaya bien, que no perdamos nuestras fuentes de trabajo. Que no vuelva una pandemia, como la última vez, que casi lo desaparece. Que las guerras y tragedias que se oyen de otros países no nos afecten. Y que quien sea que maneje los hilos del poder, cometa la menor cantidad de errores posibles para que haya tranquilidad y paz en el país.
En medio de los pensamientos de don Julio esta mañana, al salir de mi entrenamiento de tenis me volvió a sorprender al esperarme en la misma esquina, con su misma, amplia y luminosa sonrisa, como un llamado de atención de adónde deben estar nuestras preocupaciones, en cómo garantizar mejores días a los millones de personajes como él.
Este noviembre, su sonrisa también fue un anuncio de que la Navidad se acerca. Con ella viene la gran posibilidad de salir del vivir para nosotros mismos y empezar a repartir más amor a los que nos rodean. Siempre podemos ser mejores.