Lourdes Luque | Tic-toc, tic-toc

No es él quien debe echarse el país en sus hombros en particular. No, al país solo lo podemos salvar si todos entendemos nuestro rol
Así comenzaba el libro que escribí en memoria de mi amigo para siempre, Ricardo Estrada. Con eso me refería al sonido del reloj, porque corrían aceleradamente los días que nos permitían mantener los diálogos que dieron contenido al libro que con cariño y limitada capacidad escribí para mantener la memoria del gran creador de puentes. Su vida se acortaba con cada vuelta de la manecilla.
Hoy arranco esta columna también así para recordarnos que no tenemos mucho tiempo para enderezar a este querido Ecuador. El presidente Noboa tiene ese sonido en su mente. Todo su equipo ejecutivo lo ha de tener. ¿Cómo hacer para mejorar la seguridad y el empleo de los ecuatorianos en solo un año y medio? Y esa justamente es la pregunta equivocada del futuro gobierno. No es él quien debe echarse el país en sus hombros en particular.
No, al país solo lo podemos salvar si todos, sin importar si somos jóvenes o viejos, ricos o pobres, blancos, indios, o negros, poder Ejecutivo, Legislativo o Judicial, ambientalistas o ecologistas, profesionales o técnicos, estudiantes u obreros, emprendedores o empresarios, entendemos nuestro rol.
Hace una semana, la Corpei firmó un acuerdo con Unitar. El objetivo es avanzar a la definición de una agenda que nos permita firmar un gran pacto nacional de salvación.
Debería ser fácil ponernos de acuerdo, por ejemplo, en frenar el crecimiento de la inseguridad y la violencia, equilibrar las disparidades entre ecuatorianos, reconectar el campo con la ciudad, mejorar la educación, la salud, la nutrición adecuada, el medio ambiente y hacer renacer la esperanza. Además de proteger la dolarización, atraer inversiones, mejorar la seguridad jurídica y el clima de negocios.
¿Es difícil acordar un pacto nacional que logre que todos arrimemos el hombro en este corto tiempo que tenemos? Salvar al país, no debe ser la responsabilidad única del presidente Noboa, la sociedad civil organizada debe elevar su voz y proponer los elementos fundamentales con los cuales todos asumamos nuestra responsabilidad. Si no, tic-toc, tic-toc… El reloj marcará lo hora de un siniestro futuro.