Luis Sarrazín: 2025
El que quiere celeste, que le cueste
Un año más que partió, dejando en su certificado de defunción la ausencia total de ecuatorianidad en esta tierra maravillosa, llena de grandes expectativas.
Nombrado ministro, mi padre se lamentó vaticinándome que trabajaría incansablemente, que jamás tocaría un centavo de los fondos públicos, que perdería dinero y clientela, y que al retirarme no faltaría quien soñase con encarcelarme, cual vulgar delincuente. Palabras proféticas.
Ese Ecuador de los años 80 ha ido cambiando, no desgraciadamente para bien sino para mal, al haber desaparecido las tradiciones, la moral, las virtudes cívicas, el respeto a padres, familia y maestros, que hoy son simples figuras decorativas carentes de fortaleza y con una ministra de Educación que suprimió la pérdida del año, un freno contra la vagancia que hoy desvergonzadamente se estimula.
Pero a nivel político, la degeneración y el deterioro han sido galopantes, puesto que casi no hay políticos de cepa, sino simples mercaderes del sentir popular que, desvergonzada, descarada y mesiánicamente, han desarrollado técnicas sofisticadas para succionar su cerebro, extrayéndoles sus sueños y esperanzas, y convirtiéndolos en seres pasivos, receptivos, resignados a su suerte.
Los ilusos carentes de espejo se creen destinados a ser magistrados de la nación y se lanzan a la lid electoral a sabiendas de que no tienen opción alguna, pero lo hacen como si fuese un pingüe negocio, financiados por el Estado con fondos que entregamos graciosamente los imbéciles contribuyentes; afortunadamente, el aporte estatal a los candidatos está pronto a desaparecer. El que quiere celeste, que le cueste.
Estos crápulas de la política que, amparados en una curul se cambian de camiseta, se ofertan y se venden para hacer ‘negocios’ y aumentar sus arcas, dedicándose a fastidiar y a oponerse al gobernante de turno, entorpeciendo su labor y obteniendo pingües ganancias provenientes de sus financistas, termitas que quieren el fracaso del país y la angustia permanente de la población, y que debían haber desaparecido el 31 de diciembre. Brindemos por un 2025 exitoso y próspero.
Y sigo andando…