Barrido urgente

Los ecuatorianos ansiamos ver a nuestro país enrumbarse de manera firme por los senderos del progreso y del respeto a nivel integral.
Una institución de extraordinaria jerarquía, por la que todos clamamos, es la Asamblea Nacional, cuyo negro y delincuencial pasado y su bella realidad, nos han llenado de sufrimientos y vergüenza, al ser un estamento de tanta relevancia y prestigio.
Esas aspiraciones parecen diluirse ante la presencia de un continuismo conformado por asambleístas ratas de alcantarilla, estruchantes, traficantes de influencias, negociadores de cargos, promotores y propagandistas descarados que, micrófono en mano, inducen a robar bien, coimadores desvergonzados, practicantes de la diezmología, y otros cargados de glosas pendientes de ejecución por su venal, deshonesto o mal comportamiento en el ejercicio de cargos públicos que desempeñaron en el pasado.
Debe introducirse la bicameralidad; reducir el 40 % de miembros, que no sirven para nada; impedir las candidaturas de quienes por sus actividades generan “fans” que pueden favorecer electoralmente a quienes carecen de conocimientos y experiencia para ser legisladores; exigir que todo asambleísta deba ser titulado, es decir que tenga un reconocimiento universitario, un diploma técnico, un certificado de profesionista de nivel medio, etc.; o sea una constancia, ya que siendo su futura función la de fiscalizar y legislar, deben tener conocimientos y preparación para enfrentar tal cometido.
Tendrán un solo asesor, ya que si necesitan más, evidenciarían una condición de minusválidos intelectuales no aptos para legislar o a lo mejor, el deseo de organizar un cartel para robar.
Hay que uniformarlos: los respetados y genuinos asambleístas, se vestirán normalmente; un grupo con un traje verde y bolsillos rojos, para publicitar su avidez en llenarlos a como dé lugar; otros, con una casaca naranja igual a la que usan los PPL, para identificar a los filibusteros de levita, traficantes y coimadores; algunos con rayas en blanco y negro para exhibirse como los glosados del pasado.
¡Acabemos con el circo!
Y sigo andando…