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Luis Sarrazín: Cero

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Ante hechos tan contundentes quedó evidenciada de manera clara y precisa la existencia de asambleístas zombis o anencéfalos

Bien ganada la calificación de cero por la Asamblea Nacional, luego de haberse impedido la moción de censura política contra Wilman Terán, expresidente del Consejo de la Judicatura, y de Maribel Barreno.

Debió ser frustrante para los legisladores que, con fundamentado criterio, votaron afirmativamente por la censura en contra de ellos, moción que, desmenuzada analítica y procesalmente, no tenía otra alternativa que la de recibir el sí unánime de toda la Asamblea. Tan es así, que además de los votos afirmativos ya indicados, hubo cero votos negativos, cero en blanco y las cuarenta y siete abstenciones.

Ante hechos tan contundentes quedó evidenciada de manera clara y precisa la existencia de asambleístas zombis o anencéfalos, que carentes de personalidad o criterio, vegetan en tan importante ámbito legislativo, justificando su presencia mediante la utilización intensa y absoluta de sus horas nalgas, mientras esperan sentados que el ‘capataz’ les diga lo que tienen que hacer o cómo deben comportarse o votar en determinadas circunstancias, importándoles un soberano rábano sus obligaciones y deberes como legisladores para con sus electores, que confiaron en ellos y a quienes están obligados a representar con honor y responsabilidad, en lugar de traicionarlos descarada y vilmente.

Recordando haber escuchado en interpelaciones a Carlos Feraud Blum, Camilo Ponce, Carlos Julio Arosemena y otros tantos políticos de antaño, el oír a Wilman Terán fue como recibir una fuerte dosis de ruibarbo que alteró mi organismo, al considerar que un androide de semejante calaña no tenía la calidad intelectual y moral para ocupar tal estrado.

Su intervención me hizo retroceder a la época de las ferias pueblerinas, donde se veía al encantador de serpientes que arriesgaba su vida manipulando crótalos -sin dientes- o al vendedor de ungüentos con los que se garantizaba la cura del mal de ojo, el espanto, el chupo y la cuica.

Quedé atónito ante la diferencia de trato a ciudadanos corrientes por parte de la Asamblea, frente a la presencia de bellacos y delincuentes enjuiciados.

Y sigo andando…