Luis Sarrazín | Condecoraciones

Decía mi padre: “Jamás aceptes una responsabilidad si no estás preparado para un adecuado desempeño”.
Las condecoraciones son insignias o símbolos de honor que se otorgan a quienes, por sus acciones y logros superlativos, se considera que merecen detentarlas.
Como ministro de Salud, impuse la condecoración de más alto grado del ministerio, la Orden al Mérito en Salud, a dos médicos cuya carrera profesional había sido en extremo valiosa y que se habían distinguido por su vocación y entrega.
El presidente Lasso, graciosamente las ha entregado como propaganda de circo; las últimas hace días en favor de quienes han sido ministros y colaboradores, muchos de los cuales, habiéndose desempeñado con ineptitud y negligencia, las recibieron inmerecidamente, toda vez que fueron llamados a desempeñar una función cívica y la única presea que podían disfrutar como ciudadanos era la satisfacción del deber cumplido.
El no conocer la historia hace que funcionarios ‘metan la pata’ y sobre el particular les recordaré al Gral. Alberto Enríquez Gallo, quien fue jefe supremo de la República (de facto) en 1937, el cual, al momento de salir del gobierno pidió a sus hijas Elba, Norma y Mariana que bordasen sendos pañuelos de lino con el monograma de quienes habían sido sus colaboradores y se los entregó a cada uno a manera de agradecimiento y despedida.
Osvaldo Hurtado, en una de las últimas sesiones, se dirigió a nosotros y nos expresó, a nombre del Gobierno y del suyo propio, la gratitud por haber cumplido nuestro cometido a cabalidad y el habernos entregado de lleno al servicio de nuestro país, agregando que nos extendía su mano en señal de agradecimiento y despedida.
Guillermo Lasso, desconociendo el protocolo, cometió una omisión en la entrega de la condecoración al Dr. Francisco Huerta Montalvo -esa sí muy merecida- y le impuso la banda, sin ser la condecoración sino parte del acto y dejó la medalla -que es la verdadera condecoración- sobre la mesa. Fue Rodolfo Pérez Pimentel, al darse cuenta, quien tomó la medalla de la mesa y se la impuso al Dr. Francisco Huerta.
Decía mi padre: “Jamás aceptes una responsabilidad si no estás preparado para un adecuado desempeño”.
Y sigo andando…