Luis Sarrazín Dávila | Para atrás
Tengo razón al decir en mis editoriales que ha habido y hay ministros ‘figuretis’
Los seres humanos conforme avanzan los tiempos ejecutan acciones administrativo-financieras con miras a mejorar la situación personal, social o económica de sus agrupados o gobernados.
Entre nosotros, en lugar de progresar o mejorar lo que tenemos, las autoridades no cuidan sus dependencias, las cuales se van deteriorando y acaban minimizándose o desaparecen.
Tenemos la situación del Instituto Nacional de Higiene y Medicina Tropical Leopoldo Izquieta Pérez, que gracias al malhadado decreto 1290 dejó de existir, perdiéndose con ello un centro de control de calidad para medicamentos, alimentos, cosméticos, pesticidas y plaguicidas; un laboratorio de elaboración de vacunas de indiscutible calidad; departamentos de virología, parasitología, bromatología de alto prestigio; un equipo de control epidemiológico del más alto nivel y un crisol de investigación que fue uno de los más reputados del globo. Esta triste realidad marca el antipatriótico quehacer de los últimos tres gobiernos.
Hace una semana tuve que atender a un niño que ingirió un detergente clorado envasado en una botella de refresco y al llamar al Centro de Información y Asesoramiento Toxicológico me enteré de que los existentes en Guayaquil y Quito, con cobertura nacional, habían desaparecido desde hace cuatro años, dejando un tremendo vació en materia de asistencia frente a las intoxicaciones graves, muy frecuentes en nuestro medio y que, de no ser atendidas oportunamente, pueden ser fatales o dejar graves secuelas.
En su momento tuve la oportunidad de contactar con el Dr. PhD Jorge Luis Gaibor Carpio, graduado en el Hospital Infantil de México Federico Gómez Santos y en la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad de Sevilla-España, quien los dirigió con gran profesionalismo y eficiencia, constituyéndolos en verdaderos centros de información y asistencia toxicológica.
Tengo razón al decir en mis editoriales que ha habido y hay ministros ‘figuretis’, incapaces de defender y proteger las instituciones y los grandes logros en salud, que fueron en un momento motivo de orgullo y protección para los ecuatorianos.
Y sigo andando…