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Luis Sarrazín Dávila | Ernesto Albán Gómez

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Fue muy grato y en extremo valioso para mí el tenerlo cerca

La parca se llevó a Ernesto, privándonos de un ecuatoriano de gran valía, quien orientó su vida hacia el culto de la jurisprudencia, la educación y el quehacer político, destacándose por sus dotes de maestro de gran solvencia y versación, habiendo ocupado posiciones de importancia y jerarquía en la Universidad Andina Simón Bolívar y como secretario nacional de Información Pública.

Uno de los momentos culminantes de su vida se dio cuando participó como representante en la Asamblea Nacional Constituyente de 1988, en donde con extraordinario lujo y prestancia dio profundas lecciones en materia legislativa, nutriendo con valiosísimos conocimientos a sus integrantes.

Tuvo más tarde una actuación brillante como ministro de Educación durante el gobierno del Dr. Osvaldo Hurtado Larrea, habiéndose destacado por la implementación de cambios importantes en el plano educativo y en la modificación de diseños curriculares tendientes a la modernización de los procesos vigentes., período donde pudieron valorarse muy de cerca su sapiencia y conocimientos.

Fue muy grato y en extremo valioso para mí el tenerlo cerca pues pude entablar una relación cálida, beneficiosa y fructífera, que me permitió nutrirme de su gran capacidad y conocimientos, en tratándose de un intelectual multifacético.

Ligado indiscutiblemente con su padre, el famoso Evaristo, tenía un espíritu jovial, alegre y constructivo, habiendo incursionado en el teatro y en el terreno literario con sus escritos en estilo dramatúrgico, tales como Salamandras y la Verdadera historia de Notre Dame, Jueves y El pasaporte, obras muy comentadas.

Tuvo la gentileza de llamarme y decirme que le agradaría escribir el prólogo de mi libro, lo que me honró sobremanera, considerando la talla de mi interlocutor.

La relación estrecha que mantuve con él fue una experiencia maravillosa pues disfruté de su transparencia, entusiasmo, creatividad y extraordinario afecto hacia mí, lo que lo motivó sin duda a redactar un prólogo de un valor incalculable, imposible de olvidar. Hasta siempre entrañable amigo.

Y sigo andando…