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Luis Sarrazín: Joaquín

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Consideramos un acto de absoluta y elemental justicia, se confiera el Premio Eugenio Espejo a favor de Joaquín Hernández

El mundo gira y en su movimiento envolvente arrastra hechos y tendencias que van marcando las épocas con sus respectivas peculiaridades, que se convierten en la tónica de los tiempos con sus hechos y marcas.

El hombre masa y espíritu se hace presente en los diferentes momentos de la existencia y actúa de acuerdo al ritmo de las olas del comportamiento mayoritario que prima y es evidente que, en la actualidad, nos encontramos soportando un período materialista donde lo que prevalece son las ansias de poder y afanes desmedidos de encontrar dinero a cualquier precio.

Ha llegado al momento en que gracias a la filosofía (del latín ‘philosophia’), conjunto de saberes que busca establecer de manera racional los principios más generales que organizan y orientan el conocimiento de la realidad, así como el sentido del obrar humano, estamos en condiciones de reconquistar los senderos perdidos y enrumbar al mundo de acuerdo a las normas y principios éticos fundamentales.

Hay que retomar los mandatos de la razón y volver a los caminos donde priman las tradiciones y para ello quedan pocos soldados del espíritu, capaces de iniciar esta lucha reivindicatoria. Nosotros contamos con un gran luchador, ejemplo de generaciones, Joaquín Hernández Alvarado, cuya biografía intelectual, amplia en cuanto a una temática teológica y filosófica, lo ubica en un sitial preponderante como un buscador tenaz de las más auténticas cosas de la vida y del espíritu.

Recorriendo sus pasos se destaca la pasión con la que se entregó en la lucha por las reivindicaciones filosóficas en circunstancias conflictivas, accionar que le valió que se le abrieran puertas existenciales y ámbitos propios de una elevada intelectualidad.

Consideramos un acto de absoluta y elemental justicia, se confiera el Premio Nacional Eugenio Espejo a favor de Joaquín Hernández Alvarado, cuya vida ha sido una lucha constante en pro de la jerarquización de los estudios superiores, con miras a privilegiar una verdadera calidad académica en los ámbitos formativos y una defensa de la racionalización filosófica.

Y sigo andando…