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Luis Sarrazín | R.I.P.

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El IESS puede rehabilitarse siempre y cuando se apliquen medidas draconianas con rigurosidad

Tañen las campanas anunciando la muerte del IESS, en atención al descalabro administrativo-financiero de esa institución tan poderosa y solvente, convertida hoy en una mendicante pordiosera, ante la acción de las hienas que hilarantes y canibalísticas se devoraron sus recursos, haciendo gala de irresponsabilidad y corrupción y además, gracias a la incompetencia de muchas de sus autoridades.

El IESS puede rehabilitarse siempre y cuando se apliquen medidas draconianas con rigurosidad, cuales podrían ser: cambios en la ley constitutiva y reglamentos del IESS, en donde entre otros temas debería contemplarse la imposibilidad absoluta de que nuestros fondos puedan ser utilizados por gobiernos y organismos estatales o provinciales y la imperiosa obligación del Gobierno de saldar su monstruosa deuda a la brevedad posible.

Cambiar la estructura del Consejo Superior, que debería estar conformado por cinco miembros: dos en representación de los empleadores; dos en representación de los derechohabientes y uno en representación de los jubilados. Se elimina al representante del presidente, que no tiene nada que hacer con nuestros fondos y que históricamente deberá ser considerado como el representante draculiano.

Ante el crimen financiero resultante de la atención gratuita de la esposa o conviviente del empleado y de sus hijos hasta los 18 años, se deberá incrementar la cuota del afiliado en atención al número de integrantes de su familia.

Se debe aumentar la cuota de afiliación del Seguro Campesino, pues la existente es tan baja que no cubre el valor de las atenciones que se brindan en el sector.

Hay que transparentar las compras de medicamentos, insumos y equipos, donde cunde la corrupción, y nominar directores de hospitales mediante concursos, eliminando a los ‘gerentes’ algunos de los cuales son ratas que negocian torcidamente, acumulando lo mal habido.

Habrá que hacer una auditoría técnico-financiera de las propiedades abandonadas para ver cuáles pueden rehabilitarse, rematarse o derrocarse de ser necesario.

Finalmente PAGAR, PAGAR y PAGAR a los prestadores.

Y sigo andando...