Bálsamo inolvidable

Jamás faltaron medicamentos, insumos, ni se suspendieron cirugías en favor de los pacientes, y las auditorías que se hicieron nunca aplicaron una sola glosa ante el acrisolado manejo de los fondos públicos. ¿Deberíamos volver al pasado?
En octubre de 1973, luego de décadas de olvido, el MSP se apiadó de la costa ecuatoriana cruelmente maltratada en salud, inaugurando el primer hospital perteneciente a dicho portafolio en las calles 29 y Galápagos, al que se lo denominaría Hospital del Suburbio por su implantación en un área abandonada y completamente desprotegida.
Que los tiempos pasados fueron mejores no hay duda, ya que a los cargos técnicos llegamos solo los ganadores de los concursos de mérito y oposición y los de carácter administrativo fueron ocupados por los ganadores de los concursos de selección. No había recomendados en aquél entonces.
En junio participé en un almuerzo organizado por un grupo de fundadores del hospital, entre los que se encontraban el Dr. Eduardo Iglesias Espinel, primer director; Elena Chang M., Mercy Franco M., Lourdes Izurieta W., Dr. Jaime Miranda Vallejo, primer posgradista en pediatría; María Morán C., Carlos Morán R., Vicky Ortega S., Rosemary Peña A,, Irene Piedrahita C., Elsa Suárez G., Marisol Valle P. y Digna Villón J.
No tengo palabras para expresar la profunda nostalgia y alegría que nos embargó al encontrarnos luego de varios lustros, y empezar a intercambiar añoranzas, recuerdos e innúmeras anécdotas de nuestro paso por dicha unidad de salud, observando cómo habíamos crecido no solo en edad, sino en experiencia, intelecto y creatividad, al haber obtenido títulos y desarrollado actividades de gran utilidad y beneficio personal y familiar.
Fue aquella una época inolvidable pues amábamos a nuestro hospital y le dedicábamos el tiempo que este requería, sin pensar en bonificaciones o sobretiempos.
Frente al deseo de tener una biblioteca y ante la falta de apoyo, pusimos por nuestra cuenta un sucre de multa por minuto a los atrasados en llegar al trabajo para recolectar fondos y organizarla. Al año funcionaba como tal.
Jamás faltaron medicamentos, insumos, ni se suspendieron cirugías en favor de los pacientes, y las auditorías que se hicieron nunca aplicaron una sola glosa ante el acrisolado manejo de los fondos públicos. ¿Deberíamos volver al pasado?
Y sigo andando…