Miseria
La situación de los prestadores externos del IESS es calamitosa y asfixiante
Todo dirigente aspira a que al término de su gestión quienes los han acompañado o que de una u otra manera han estado relacionados con la labor realizada, lo recuerden con gratitud, respeto o afecto.
Pero existe también la opción de que con su salida se sientan liberados, ante una actividad negativa durante la cual dichos funcionarios no solamente demostraron una incompetencia absoluta, sino que agredieron, despreciaron y maltrataron de la manera más miserable e inicua a quienes debieron haber servido con diligencia y oportunidad.
Este es el caso del IESS, que desde el inicio del gobierno debió haber sido tratado con especial atención y que, teniendo la oportunidad de ser dirigido por un verdadero experto en Seguridad Social, este jamás fue nombrado, demostrándose así la tozudez y capricho del gobernante.
La situación de los prestadores externos del IESS es calamitosa y asfixiante, toda vez que ellos están brindando servicios a la institución, sufragando por su cuenta: arriendos, salarios del personal, medicinas, insumos médicos y el resto de egresos, teniendo la obligación de presentar los expedientes clínicos de los pacientes atendidos, con el fin de que sean auditados para procederse al pago o reembolso de los gastos incurridos.
Anteriormente, las auditorías se hacían en Guayaquil y el proceso era más ágil, pero a algún ejecutivo víctima de ese terrible mal de las alturas conocido como ‘Todus parami’ se le ocurrió (¿?) contratar a una empresa auditora en Quito, en virtud de lo cual se congeló el proceso y los proveedores externos no han sido auditados desde enero y por consecuencia no reciben el pago desde enero, por concepto de las atenciones brindadas al IESS, bestia amorfa, mofletuda y víctima de una obesidad morbosa, que se revuelca en el fango de la impericia, la indolencia y la corrupción, regocijándose de los cientos de ecuatorianos condenados a muerte gracias a su perversidad e incompetencia administrativa, lamentándonos de la indiferencia de un importante ejecutivo, desafortunadamente guayaquileño. Ave Guillermo, morituri te salutant’!
Y sigo andando…