Premium

En vida, hermano...

Avatar del Luis Sarrazín

Y sigo andando…

El padre José Luis Nieto Rengifo nació el 5 de agosto de 1941 en Guayaquil y tuve el privilegio de ser su maestro, tiempo en el que demostró una superior y clara inteligencia, así como un comportamiento ejemplar. Ordenado en la capilla del colegio San José el 18 de agosto de 1973, ofició su primera misa al día siguiente, en el Santuario Nacional de Schoenstatt.

Sus estudios para hacerse sacerdote se realizaron durante dos años en Chile y luego en Friburgo, en Suiza; en Münster, Alemania y en Madrid, España.

Conoció al padre fundador de Schoenstatt en 1965, habiendo recibido de sus manos el 18 de octubre de 1966, su incorporación por un año a la comunidad Padre de Schoenstatt.

Como sacerdote en Santiago de Chile tuvo a su cargo la parroquia Carrascal, así como la capilla San Luis, hasta julio de 1978, regresando a Guayaquil para trabajar con la juventud de Schoenstatt. Fue capellán del colegio San José y del colegio Nuevo Mundo, y ayudó en jornadas y retiros que organizaba el Dr. Gustavo Noboa Bejarano.

Como asesor de la Juventud de Schoenstatt y junto al padre Federico Gallardo, Paulino Toral y la hermana María Eugenia, organizaron el encuentro de la Juventud con el papa Juan Pablo II en las afueras de la iglesia de la Alborada, consagrada por el Papa.

Desde 1986 hasta fines del 88 se desempeñó como párroco de la iglesia de Miraflores, Madre María de la Iglesia en Quito y retornando a Guayaquil continuó con el movimiento de Schoenstatt.

Gracias a una importante ayuda construyó tanto una sala que sería la Iglesia de Peregrinos, consagrada en 1995, así como las salas de reuniones Padre José Kentenich y la casa de la juventud José Engling.

En los 90 viajó a Alemania y luego a Costa Rica y El Salvador para apoyar la fundación del movimiento en esos lugares, y del 2003 al 2006 viajó a Santiago de Chile y luego a Antofagasta.

Su labor como sacerdote, guía, docente y formador de juventudes ha sido excepcional. Quienes lo apreciamos y queremos, nos congratulamos con la celebración de sus bodas de oro sacerdotales. ¡Que el Señor siga cuidando de él!

Y sigo andando…