Luis Villacrés: Fujimori y Mahuad
Todas son realizaciones por las cuales debemos ser gratos con él; no esperemos a que no esté para reconocerlo
Dos mandatarios que se eclipsaron casi al mismo tiempo, en el año 2000. Uno huyendo a Japón y el otro buscando refugio en Harvard. Los dos hicieron grandes servicios a sus respectivos países; uno de los más notables es que fueron capaces de encarar los hechos y firmar la paz entre nuestros países, de terminar un conflicto territorial de casi dos siglos de existencia, de unas fronteras cuya delimitación estaba pendiente de finiquitar desde 1942.
Mahuad en recientes declaraciones rindió tributo a la memoria de Alberto Fujimori, al reconocerle sus méritos personales, por haberle tendido la mano y poner su prestigio y autoridad al servicio de la causa de la paz. Lo recuerda como un hombre de principios, objetivos y extremadamente práctico. Reconoció que no tenía sentido mantener más tiempo el litigio pendiente con Ecuador, y ambos, Fujimori y Mahuad, tuvieron la valentía de decirle esto a sus conciudadanos y acordaron la paz.
Fujimori había terminado con la amenaza e intranquilidad que representaba el terrorismo de Sendero Luminoso en su país, que tenía bajo control la mitad del territorio del Perú. Un conflicto que dos expresidentes, ni Belaúnde ni García, habían podido controlar y menos superar. Este último dejó al país con una inflación de casi 8 mil % en el último año. Los precios, al no contar con una moneda dura, variaban cada hora, cada minuto. Hoy Perú, gracias a Fujimori, conserva una estabilidad monetaria que nadie en América, Europa o Japón tiene, con apenas una variación del 9 % en un cuarto de siglo.
Fujimori ha recibido la gratitud de su pueblo, miles llegaron a rendirle merecido homenaje. Mahuad, además, nos trajo la dolarización, la que nos ha permitido desarrollarnos un cuarto de siglo. Todas son realizaciones por las cuales debemos ser gratos con él; no esperemos a que no esté para reconocerlo.
Hoy Ecuador y Perú mantienen un comercio bilateral de $ 1.500 millones y se multiplican los intercambios turísticos en los diferentes pasos de su frontera terrestre. Deberíamos declarar para vehículos y personas una zona franca de 250 kilómetros, en la cual nos podamos desplazar libremente, sin la necesidad de registrarnos en inmigración.