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Luis Villacrés Smith | Ser guayaquileño

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Arosemena Monroy hizo en dieciocho meses un buen gobierno

En las fiestas julianas, en circunstancias en que las principales autoridades organizaron sesiones paralelas para disputarse cada uno mayor atención del público, pusieron en serios aprietos a muchos, que estando invitados a ambos eventos no sabían cómo evitar desairar a cualquiera de ellas.

El alcalde de Guayaquil aseveró “que los guayaquileños somos altivos, autosuficientes y arrechos”. Una definición que seguramente no convenció a todos y que hubiera sido preferible decirla usando otros términos, más convencionales y de mejor significación.

Valga la referencia para recordar que hace seis décadas, en septiembre 21 de 1962, el entonces presidente, doctor Carlos Julio Arosemena Monroy, cuando el Congreso Nacional discutía la posibilidad de modificar facultades de la entonces Comisión Nacional de Tránsito del Guayas, fundada por su padre, Carlos Julio Arosemena Tola, en un memorable discurso en la plaza San Francisco de nuestra ciudad enunció la famosa declaración de lo que, según él, consistía ser un auténtico y verdadero guayaquileño.

Con acierto textualmente dijo: “No es portar un documento que nos identifique como nacidos en esta ciudad, es mucho más; una actitud ante la vida y una resolución ante la muerte”. Lo decía en el contexto de que personalmente estaba dispuesto a sacrificar o donar su vida, luchando por su ciudad, impidiendo que se le haga daño o que se le menoscaben atribuciones a una de sus más caras instituciones, como llegaron a ser la Comisión de Tránsito, el Comité de Vialidad o la Autoridad Portuaria de Guayaquil, las cuales le dieron relevancia y precautelaron la importancia de la ciudad y de la provincia en todo el país.

Arosemena Monroy hizo en dieciocho meses un buen gobierno, recuperó al país del déficit fiscal, creó y nos legó dos prestigiosas universidades, Laica y Católica de Guayaquil; nunca dejó que intereses foráneos dictaran sus políticas públicas. Fue un gobierno reconocido por su honestidad y diversas realizaciones.

Ojalá hubieran recordado la preexistencia de esta frase que sintetiza mucho mejor lo que intentó decir el alcalde, sin tener que recurrir a términos que se prestan para equívocas interpretaciones.