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Luis Villacrés Smith | Hidroeléctricas

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Se han invertido seis mil millones de dólares y estamos abocados a un déficit crónico de energía  

Somos un país bendecido por Dios, por la generosidad de nuestra naturaleza y los majestuosos Andes, que nos brindan muchas oportunidades para producir energía de bajo costo. Nuestros ríos, vientos y doce horas de sol nos dan posibilidad de generar suficiente energía. Podríamos ser una potencia en generación eléctrica en la región, suficiente para nuestras necesidades y complementar las de nuestros vecinos.

La corrupción y desidia de nuestros gobernantes nos han impedido llegar a serlo. La mayoría de los proyectos en las últimas dos décadas adolecen de fallas, deficiencias de diseño, mala construcción, abandono o litigios legales. Fueron proyectos que nacieron mal, con sobreprecios producto de la corrupción, que por recibir coimas y dádivas, se olvidaron de negociar bien y defender nuestros legítimos intereses.

El proyecto Quijos, que debió generar 50 MW y costar 83 millones de dólares, terminó con un sobreprecio de 50 millones adicionales, y lo peor es que nunca se pudo concluir porque fue abandonado por la contratista china. El túnel de 10 kilómetros de largo que debía llevar agua a los generadores se construyó la mitad y quedó a merced de la naturaleza. Igual fracaso con la compañía encargada del equipamiento y sala de máquinas.

Peor resultó el proyecto Toachi Pilatón; tiene 15 años en ejecución, de 205 MW, ha pasado de manos por Odebrecht, la empresa china TWE, luego una empresa rusa; un total de 508 millones de dólares, de ellos 250 del Seguro Social; todavía no funciona. Luego, Coca Codo Sinclair, el proyecto insigne y más grande del país, mal concebido desde el inicio, 1.500 MW, 3.000 millones de dólares, construido con mucha publicidad, resultó con serias deficiencias, fisuras y todavía lucha por operar y sobrevivir.

Informes completos los tienen las consultoras mexicana y ecuatoriana, igual el Colegio de Ingenieros Mecánicos del Pichincha. La verdad debería revelarse y exigirle a los responsables su reparación e indemnización. Todavía quedan muchas fisuras, fallas de materiales de deficiente calidad, soldaduras defectuosas. Se han invertido seis mil millones de dólares y estamos abocados a un déficit crónico de energía que imposibilita nuestro crecimiento y normal desarrollo.