Porque me da la gana y tengo el poder

Nadie dudó que el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, iba a renunciar. Dentro de la investigación en su contra por acoso sexual aparecen palabras claves para detectar lo que es acoso. Y digo claves porque este delito puede ser interpretado incluyendo varias y entrelazadas circunstancias que exigen un agudo análisis.
En primer lugar, se detecta una circunstancia de poder y en consecuencia una posición de vulnerabilidad por la jerarquía. Luego, la incomodidad, perturbación, daño físico y/o sicológico derivado de una conducta determinada o una secuencia de ellos. Ejemplo de ello: por montones. Apretones, agarradas, tocarte sin consentirlo, besos y saludos morbosos, y así la lista puede no acabar.
Y como decía al iniciar el texto, Cuomo renunció, pidiendo disculpas, reconociendo su error, y se fue al son de titulares de prensa internacional que lo llamaron acosador. Es posible que con esto se termine su carrera política del partido demócrata, al igual que su padre, quien también fue gobernador de Nueva York.
En el Ecuador tenemos un defensor del Pueblo, Freddy Carrión, quien, mientras está en la cárcel , como consecuencia del proceso en su contra por acosador, alguna autoridad le permite seguir trabajando por internet, y entre sus labores, se ha otorgado a sí mismo más vacaciones para seguir en el cargo, así sea en la cárcel. Todos vimos el largo video que él protagoniza, elemento que puede constituir prueba del delito. Pero, no pasa nada. En este país no pasa nada.
El poder es tentador para controlar al resto, y cuando se necesita garantizar ese poder, especialmente en la política, se elige -sin importar a quién sirvió antes- a gente capaz de vender su alma, porque eso, exactamente, es lo que se necesita para perpetuarse en ese poder que necesitan para sentirse “alguien”.
Hay una ética que no se aprende en la universidad, y menos la compras, y que como decía Edmundo Durán Díaz -a quien la derecha impidió que sirva en el poder judicial-, que si no te nació nunca, jamás te crecerá.
Por ello, no les importan los acosos ni las violaciones a mujeres ni a instituciones, porque en el fondo -algunos- se sienten con derecho a hacerlo o sencillamente les da la gana.