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Desesperémonos

Avatar del Mariasol Pons

El ego personal en la batalla geopolítica termina por ser el mayor destructor en nuestro planeta, la vida de millones se ve terminada o irremediablemente afectada por la acumulación de poder de otros

Se cumplió un mes de la invasión de Rusia a Ucrania. Lo que empezó de manera abrupta y violenta para sorpresa del mundo hoy continúa a vista y paciencia de todos. Putin parece no conocer otros límites que los inherentes a su capacidad bélica y de estrategia. Por mucho que la OTAN, la UE, la ONU y Estados Unidos se hayan pronunciado en contra y que se hayan establecido sanciones para Rusia con el objetivo de detener al gigante abusivo, esto no llega a su fin.

Josep Borrell dijo estos días que la guerra debe llegar a su fin en dos semanas y esta declaración lo deja a uno perplejo ante la inmensa incertidumbre de no entender la escena. Ucrania ha logrado aguantar pese al incesante bombardeo de su territorio, Zelenski ha tenido un manejo mediático del conflicto que le ha permitido escalar su vocería de manera sustancial. Los ataques rusos superan los límites de la crueldad en la era de la hiperinformación, el mundo ha visto los ataques a una maternidad, a edificios de vivienda civil, escuelas, etc. Esta guerra tiene una particularidad y es su inmediatez en medios y redes. Por ejemplo, las influencers rusas llorando porque su vida ha cambiado tras el anuncio de esa compañía de suscribir a las restricciones y terminar su operación en dicha nación. Parece "light", ¿verdad? Parece una tontería que mencione este tema tras hablar de cosas tan horripilantes como el bombardeo a una maternidad, ¡tan efímero!, si pensamos en los niños del orfanato refugiándose de bombardeos en las estaciones del metro. Y es que parte del gran problema que vive la humanidad es la superficialidad que nos aqueja. ¿De qué sirve tener un mundo tan interconectado, tan políticamente correcto, tan estético, si al final se puede escoger reventar un país entero porque se percibe que su entrada a la OTAN representa una amenaza a la seguridad de su territorio -Rusia-?

La historia es cíclica, la lucha de poder es incesante hasta entre nuestros antecesores los primates. Que este bombardeo a la vida de millones de personas suceda en nuestras narices significa que tenemos una gran lección que aprender acerca del supuesto desarrollo de la humanidad. El ego personal en la batalla geopolítica termina por ser el mayor destructor en nuestro planeta, la vida de millones se ve terminada o irremediablemente afectada por la acumulación de poder de otros. Se debe reconocer que los rusos se han pronunciado en contra de las acciones de su presidente, muy a pesar de vivir en un régimen de terror. Hay muchas lecciones que aprender de esto que sucede y poco espacio para explorarlo en este artículo, pero lo que más queda es esta desazón de ver un mundo que carece de sentido, que casi habla en opuesto, como si el gran George Orwell pusiera un parlante con sonido bajo diciéndonos: paz es guerra, esclavitud es libertad y así...

Quizá vuelvo a esa trillada frase de que "todo cambie para que nada cambie" propia del Gatopardo. Como cuando escuchamos a nuestras lumbreras de la Asamblea que dicen defender al ciudadano, pero se encargan de que nada avance para poder aprovecharse de esa situación de estancamiento y bloqueo que despierta una desesperación ciudadana importante. Desesperémonos pues, para no caer en los vicios de una ciudadanía pasiva que mira absorta e impotente la destrucción de una maternidad en la pantalla que tiene a la mano.