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Inmediatez y desasosiego

Avatar del Mariasol Pons

La tendencia del positivismo te enrumba hacia el encubrimiento de todo aquello que ‘ensombrece’ la existencia. No se ve bien que alguien tenga una vida imperfecta’.

La inmediatez y el desasosiego son primos hermanos que actúan en conjunto para alterar a la población más joven. No aplica aquí el concepto de que quienes se creen jóvenes pertenecen a este segmento. La generación digital es presa de la falacia de las redes, de los espejismos que allí se venden y de la constante comparación que deriva de ella. Ser un chico seguro hoy es tremendamente desafiante si lo comparamos con la infancia que tuvieron nuestros padres.

Si bien la generación actual de padres son más cercanos y están más prestos a la conversación y al entendimiento de las razones que tienen los chicos para pensar como piensan, los elementos a tomar en cuenta en la formación son transversalmente amenazantes, a tal punto que puede haber padres confundiendo su “juventud”.

La cultura de la cancelación, el discurso de la inclusión y el contexto correctamente político aúnan a un entorno donde quien desentona es hipócritamente castigado. Todo con agresividad pasiva. La amplitud cabal de mente se lleva como un tema cosmético, extirpando la capacidad de análisis. El sistema general trabaja cuidadosamente aplanando y homogeneizando los moldes. La interconectividad asegura que la población de usuarios digitales sean afectados por las mismas tendencias, los mismos ‘issues’. Si no, quién no se sigue riendo de la cara de Amber Heard describiendo que su perro pisó una abeja (vuelve a reír). Esto que nos entretiene también puede paralizarnos. Como siempre, lo ideal está en el equilibrio.

El adoctrinamiento mediante la programación televisiva es más viejo que yo, pero la práctica solo se afina mediante algoritmos. La tendencia del positivismo te enrumba hacia el encubrimiento de todo aquello que ‘ensombrece’ la existencia. No se ve bien que alguien tenga una vida imperfecta.

En paralelo: la inmediatez. Esa que acostumbra a un porcentaje cada vez mayor de la población a obtenerlo todo con un clic. Incluso el dinero fácil, para los que no son ni jóvenes, ni de la población digital. La percepción de que las cosas deben resolverse con un solo paso dejan de lado el arduo esfuerzo y trabajo que demanda construir un vida de bien, los pequeños pasos en la senda de lo laborioso, de la disciplina, de cultivarse individualmente. La competencia actual es agresivamente invasiva, un mundo cambiante, desafiante, inestable, deja de lado la paz de tener una vida excepcionalmente ordinaria. Este artículo nace de la lectura de los niveles de adicción a una droga conocida en Estados Unidos como Benzo dope. Basada en un opioide llamado fentanilo, 50 veces más fuerte que la heroína y 100 veces más fuerte que la morfina, hace que sus consumidores queden absolutamente enganchados tras cinco usos. Lo leyó bien, cinco veces requiere que el consumidor pierda la voluntad. Las sobredosis por su consumo se disparan alertando a los especialistas. Resulta que el consumo per cápita de drogas en Estados Unidos baja, pero como las drogas son mucho más potentes su resultado es macabro.

Lo que me lleva a la pregunta inicial que se responde con el primer párrafo de este artículo: ¿por qué hay jóvenes tan desesperados por escapar la realidad? ¿De qué quieren huir? ¿Qué es lo que se viene haciendo mal para que estos productos estén cada vez más cerca de destruir la vida de muchos? La curiosidad es propia de la vida, pero tanto desasosiego no.