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Un país, dos sistemas

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China ocupa un tiempo prolongado para la toma de sus decisiones, prolongado comparado con el mundo occidental que mucha veces cae en el vicio de hacer equivalentes la rapidez con la fortaleza’.

Así denomina la República Popular China su interrelación con Macao y Hong Kong, que son regiones administrativas especiales donde existen principios más laxos que los que el partido comunista ha aplicado históricamente desde que está en el poder. Taiwán lleva defendiendo su independencia desde 1949, aplicando estrategias puntuales para evitar que el gigante lo pise.

Tras la visita de Nancy Pelosi a territorio taiwanés el avispero se alteró de manera importante. Las redes especulativas posicionaron un mensaje de tercera guerra mundial, al igual que sucedió a principios de año con la invasión de Rusia a Ucrania, tema que a la velocidad que vive el mundo dejó de ser prioridad y se volvió coexistencia. Lamentable.

Luego de que el canciller chino declarara como traición la visita de Pelosi, Pekín ha reafirmado la determinación de reunificarse con Taiwán. Por primera vez en 22 años, las autoridades chinas han publicado un informe oficial para enfatizar que Taiwán es “una parte inalienable de China”. La tolerancia hacia la independencia de la isla corre por su mínimo. El ejercicio de sobrevuelo militar fue suspendido pero no así el discurso de que el momento llega con “la determinación y el compromiso del Partido Comunista y del pueblo chino”. Ya no llegaría respetando el sistema, sino asimilándolo. ¿Quizá engulléndolo?

China ocupa un tiempo prolongado para la toma de sus decisiones, prolongado comparado con el mundo occidental, que mucha veces cae en el vicio de hacer equivalentes la rapidez con la fortaleza. Similar a la percepción de que quien grita más alto tiene la razón.

Por su parte Taiwán ha respondido: “Solo los 23 millones de taiwaneses tienen derecho a decidir sobre el futuro de Taiwán, y nunca aceptarán un resultado establecido por un régimen autocrático”. Sin embargo, aun cuando los ejercicios militares “cesan” las advertencias de mantener una vigilancia cercana por parte de China para la estabilidad territorial dejan un amarguito al tragar. China calculará que debe controlar efectivamente nuevas intromisiones en su territorio, cualquier cosa diferente sería bastante alejada de la política de control del partido comunista en el territorio. El ejemplo más claro es el resultado de la eliminación de libertades en Hong Kong luego de las protestas. Las libertades se esfuman en el silencio y la ejecución quirúrgica de amplias restricciones al comportamiento y un alto grado de vigilancia dentro de los estados que acaparan el poder. Conceptualmente alertan las disonancias de los discursos socialistas que se alinean con regímenes como el chino, el cubano o el ruso, pues una cosa predican y otras practican.

En concreto, comparemos la fuerza efectiva militar China y de Taiwán: población china 1.398 millones vs. 23,6 millones de habitantes; presupuesto en defensa chino 230 mil millones vs. 16,8 mil millones; soldados activos 2’000.000 vs. 170.000; 777 barcos chinos vs. 117 taiwaneses, y 3.285 aeronaves vs. 741 aeronaves taiwanesas. Pero así no se piensa en China, si fuera por los números únicamente no estuviese escribiendo este artículo. El tema de Taiwán está lejos de resolverse; la calibración geopolítica es meticulosa y las democracias de Occidente no siempre lo son, las presiones geopolíticas son sistémicas e interconectadas y cada movimiento es clave. Veremos entonces qué sistema prevalece y con base en qué.