Martín Pallares | La censura de Murillo y el Mata Hari ambateño
Con Murillo fuera, Jaime Nebot celebra la salida de uno de los funcionarios más molestosos para él.
Mata Hari es la doble agente más conocida de la historia: como amante de militares franceses y alemanes, durante la Primera Guerra Mundial, operaba para unos y los otros. El problema era que ninguno de los bandos sabía para quién realmente trabajaba. Finalmente, un pelotón de doce soldados franceses la fusilaron.
Pero las Matas Haris aún existen. En el más reciente episodio político ecuatoriano operó un doble agente igual que ella: Esteban Torres, el viceministro de Gobierno de Daniel Noboa. Torres fue el jugador que definió la partida en la que se resolvió la censura de Fausto Murillo. Lo que aún no se sabe es si lo hizo pensando en los intereses del gobierno de Noboa o en los de sus compañeros nebotistas. La interrogante es peor si se considera que cuando Torres asumió el cargo, ni renunció al PSC como debía hacerlo por decencia, ni fue expulsado por los nebotistas que juraban hasta por su madre que no harían parte del gobierno de Noboa. Torres fue, a la postre, quien finalmente halló la brillante fórmula para que Noboa cambie de parecer en menos de 24 horas y decida que el Murillo que hasta la noche del miércoles era inocente, la mañana del jueves amanezca convencido de que había que destituirlo. Muy sagaz Torres: como sabía que a Noboa le molestaba la suplente de Murillo y no quería censurarlo porque ella lo reemplazaría, consiguió que la suplente renuncie. Y listo el pollo.
El problema está, sin embargo, en saber si Torres actuó por los intereses de sus compañeros del nebotismo o por sus empleadores. De que la censura fue inmensamente beneficiosa para el nebotismo nadie puede dudar: con Murillo fuera, Jaime Nebot celebra la salida de uno de los funcionarios más molestosos para él. Además, la operación socialcristiana para volver a controlar las cortes de Guayas y los hilos del concurso para nombrar los nuevos jueces de la Corte Nacional de Justicia vuelve a tomar aire. Sí, ese mismo concurso apestoso que llevaba adelante el siniestro Wilman Terán, al que el nebotismo solo le vio las costuras cuando estalló Metástasis. ¿El gobierno de Noboa gana algo en el operativo de Murillo? Seguramente está pagando los favores al pacto de supuesta gobernabilidad o esperando una manito adicional antes de la campaña. Pero la interrogante sigue acechando, como ocurrió en 1917 con Mata Hari: ¿obró para los unos o para los otros?